Hacía tiempo que un relato no conseguía mantenerme sentada en la silla pasando las página esperando la resolución final, pero hay que decir que Santiago García Albás lo ha conseguido.
Nos encontramos en un futuro cercano, donde la falta de recursos para mantener las prisiones en funcionamiento ha hecho que los delitos se paguen de otra manera menos onerosa : el control mental. Existen tres niveles de castigo: monitorización, distropía y estupor. Cada uno implica un control mayor que el anterior y los reos se encuentran bajo la supervisión constante de la Entidad, todopoderosa inteligencia artificial que es capaz de cambiar lo que perciben a través de sus sentidos para proteger a los demás ciudadanos.
El estilo de escritura es seco y directo, algo que le viene de maravilla a una novela negra como es este El rey lansquenete, en la que en todo momento nos hallamos en la mente de una persona que está planeando un asesinato.
El uso de la segunda persona nos sumerge aún más en la narración, sentimos en nuestras carnes el dolor por la pérdida que hace que el protagonista planifique meticulosamente su venganza. Cada paso está fríamente calculado para conseguir vencer a las ilusiones de las que nos vemos rodeados en un distropía. La atmósfera llega a ser asfixiante en ocasiones, ya que cualquier despiste puede resultar fatal y hemos de enfrentarnos a la supervisión mediante la repetición de hábitos y la alienación de los actos cotidianos. También merece especial atención el hecho de que el libro es prácticamente un soliloquio, con excepciones de breves diálogos que sirven para liberarnos un poco del sentimiento de opresión al que nos vemos sometidos.
Se ha hablado mucho del final, quizá la parte que falla algo en este relato, pero más bien por la forma en que está contada que por el contenido. No sé cómo se podría haber cambiado, pero; a pesar de este tropezón, es una lectura más que recomendada. Con decir que en cuanto lo he acabado he empezado con siguiente entrega de Cybersiones, creo que dejo claro que este autor me ha conseguido entusiasmar.
4 respuestas a «El rey lansquenete»