Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando United, de Judas Priest (Spotify, Youtube).
Como parte del especial El género & El género, me ha parecido interesante explorar, aunque sea de manera muy superficial, el papel de la mujer como creadora dentro de un campo en el que parece que tiene una presencia mucho menor que en otras áreas de la fantasía y la ciencia ficción: los cómics de superhéroes. Para ello, he escogido a Gail Simone una de las guionistas de mayor renombre en el mundillo y cuya obra Villains United tenía pendiente de la época en la que intenté sumergirme (con relativo éxito) en el proceloso mundo de las Crisis (así, con mayúscula) del Universo DC.
Villains United es una serie limitada de seis números, guionizada por Simone, con dibujos de Dale Eaglesham y Val Semeiks y tintas de Wade Von Grawbadger y Prentis Rollins, y que fue publicada en un contexto muy específico. Como otras series limitadas que vieron la luz en la misma época (The OMAC Project, Rann-Thanagar War y Day of Vengeance), sitúa la acción para Infinite Crisis, el evento principal de los años 2005 y 2006 en DC. Aunque Villains United es de lectura independiente, el incauto lector que aborde estos seis números sin experiencia previa, se perderá muchas de las referencias y buena parte de las motivaciones que mueven a los personajes.
Para apreciar correctamente Villains United es más que recomendable tener un cierto conocimiento de los aconteceres generales del Universo DC y haber leído al menos Identity Crisis y, preferiblemente, Countdown to Infinite Crisis, aunque tampoco hace daño estar familiarizado con los sucesos de Crisis on Infinite Earths. En caso contrario, uno se encontrará con una historia más o menos resultona, pero se perderá ciertos detalles de fondo que pueden ayudar a valorarla más justamente.
En cuanto a la trama de Villains United en sí, es una nueva encarnación de uno de esos sucesos más o menos recurrentes en la mayor parte de los cómics de superhéroes: los villanos, cansados de recibir por todos los lados de los buenos de la película, se deciden a unirse para hacer un frente común contra sus enemigos. Pero el ego de tantos aspirantes a dominadores del mundo difícilmente cabe en la misma sala de reunión, por lo que finalmente se crean dos grupos, el más reducido de los cuales (los Secret Six) protagoniza estos números (y, posteriormente, volvería a ser objeto de otra serie limitada e, incluso, de una serie regular, de nuevo bajo la batuta de Simone y ya con el nombre explícito de Secret Six).
El guión es más o menos estándar y no presenta demasiadas sorpresas (ni siquiera en los esperables giros argumentales y muertes de algunos de los personajes). Simone toma el camino seguro y firma una historia que se ajusta perfectamente a los parámetros de los cómics mainstream de superhéroes. Sus mayores aciertos son, sin duda, la revitalización del personaje de Catman (al que confieso que no conocía pero que, haciendo un poco de investigación, sale ganando mucho con el cambio) y la más que adecuada conexión con lo sucedido en anteriores Crisis del Universo DC (aquí es donde resulta conveniente haber leído Identity Crisis). También es destacable la presencia de personajes femeninos fuertes, como Chesire y Scandal Savage, aun con la ocasional (o no tanto) concesión al “fan service”. Parece que estas bondades fueron más que suficientes para encontrar apoyo de público y crítica y, más importante aún, de los directores de los rumbos de DC, lo que sin duda condujo a que su labor se viera refrendada con el premio de regresar en las series de las que hablé más arriba.
En cuanto a los puntos negativos, además de los habituales en este tipo de producto (predictibilidad, cambios de dirección aleatorios con respecto a acontecimientos pasados, excesiva dependencia de una continuidad que resulta inabarcable salvo para los más expertos), se nota demasiado el desequilibro de protagonismo de los distintos personajes. Mientras que algunos de los villanos, como los mencionados Catman y Scandal Savage o el siempre atractivo Deadshot, tienen una cuota de pantalla muy superior a la que proporcionalmente les correspondería, otros están claramente infrautilizados. Es el caso de Ragdoll (un personaje que, personalmente, me parece bastante ridículo) o, todavía más sangrante, de Parademon, que apenas participan en la historia.
El dibujo, por su parte, es correcto. Huye de los alardes, aunque destaca especialmente en las (ya obligatorias en el cómic de superhéroes moderno) splash pages. Se nota una cierta irregularidad, sobre todo en los últimos números, por aquello del baile de dibujantes, y presenta serios problemas con los personajes en segunda plano (al pobre Lex Luthor y su calva le toca sufrirlo especialmente), pero nada especialmente estrepitoso. Correcto, como digo.
Globalmente, Villains United me parece una obra que entra dentro de lo esperable de casas como DC y Marvel, con un guión adecuado, que seguramente se sitúa por encima de la media de este tipo de productos, y que proporciona un par de sesiones de lectura entretenida y recompensa especialmente al lector habitual de DC. Y poco más. Sin haber leído el resto de cómics del evento Infinite Crisis, me atrevo a decir que no es especialmente relevante dentro de la imagen global de la evolución del Universo DC y que es totalmente prescindible dentro de la producción reciente de esta editorial.
Por ello, no me siento cómodo juzgando la labor de Gail Simone como guionista sólo por esta obrita. Las circunstancias de la vida han querido que fuera la que tenía más a mano, pero mi impresión (confirmada por opiniones mucho más formadas e informadas en estos menesteres que la mía) es que no es representativa, ni mucho menos, de su producción. Seguramente, al menos en lo que respecta a su producción por encargo, sería mucho más interesante ver qué tiene aportar en series como la aclamada Secret Six o la famosísima Birds of Prey.
Sin embargo, debo reconocer que no sé si me quedarán ganas. Leer Villains United me ha hecho recordar por qué dejé de leer, paulatinamente, este tipo de cómics pese a haber invertido una buena cantidad de dinero tanto en sus versiones en papel como en, posteriormente, sus ediciones digitales: es una experiencia muy exigente para con el lector (no por lo complicado de las tramas, evidentemente, sino por la cantidad de detalles minúsculos pero arcanos que es necesario conocer y recordar) que a mí, personalmente, no me recompensa más allá de un pequeño rato de evasión intrascendente.
Otra cosa son obras de factura más independiente y de premisa infinitamente más interesante (aunque sin salirse, eso sí, del tema superheróico que tan abrumadoramente parece dominar el mundo del cómic hoy en día) que ha guionizado Simone, como, por ejemplo, Welcome to Tranquility. Es posible que con ésa sí que me anime en el futuro. Si es así, no dudéis de que daré puntual cuenta de ello.
Nota: Reseña procedente de Sense of Wonder.