A Declaration of the Rights of Magicians es una fantasía histórica bastante original en su planteamiento y desarrollo si bien se nota demasiado que es la primera parte de una duología y en ocasiones el ritmo resulta demasiado pausado. Situada en la época de la revolución francesa, cuenta estos sucesos con la diferencia de la existencia de la magia, algo que cualquiera pensaría que habría cambiado de forma más radical el transcurso de la historia, pero excepto la reiterada mención de las Guerras Vampíricas, los demás hitos se asemejan más o menos a lo que conocemos. Y los personajes que poblarán sus páginas son los partícipes de aquella época convulsa, aunque mi desconocimiento de ese pasaje de la historia me impide juzgar si su comportamiento y desarrollo concuerda con la “realidad tal y como la conocemos TM”.
Lo que más me ha llamado la atención de esta novela de H.G. Parry es la profunda importancia que da al thriller político, a las discusiones del parlamento inglés y la asamblea francesa. Creo que en pocas novelas habrá visto esta inmersión en la política en sí, la única que me viene a la mente es la de Baru Cormorant. Me gusta esta importancia que se da al diálogo y a la exposición de ideas y sobre todo, el respeto al adversario político, algo que se ha debido perder con el transcurso del tiempo. El tema de fondo es la libertad sobre el uso de la magia por parte de los comunes, ya que los aristócratas lo tienen permitido y la plebe no, siendo este es el principal detonante de la Revolución Francesa. En realidad es un reflejo más de las desigualdades de la época que crearon el caldo de cultivo para este hito histórico, solo que la autora ha adornado un poco el tema con las distintas magias. Sobre todo me gusta el planteamiento de lucha para la abolición de la esclavitud, algo que costó sudor y sangre eliminar de forma “legal” en estos países.
La presencia de un ente en la sombra que maneja los hilos de la trama está bastante dosificada, pero es imposible dejar de plantearse quién será este ser mágico con extraordinarias capacidades, algo que se desvelará supongo en el siguiente libro. Tampoco se puede negar que de los tres puntos de vista en los que se basa la narración hay uno que sale eminentemente perjudicado en cuanto a relevancia y número de apariciones (el situado en Jamaica) y esto es debido a que se están preparando cosas para el segundo volumen.
No es menos cierto que la longitud de la obra juega un poco en su contra, porque hay momentos de impasse que la autora no ha podido dotar del mismo interés que los momentos álgidos de la historia, como el comienzo del Terror y su odiosa justificación para las huestes francesas o la revolución en las colonias.
Todo esto da lugar a un libro irregular, interesante por algunas razones que sin embargo no acaba de despegar como podría haberlo hecho partiendo de las atractivas ideas expuestas. Es posible que mi valoración varíe cuando lea la siguiente novela, al conocer el sentido completo de la obra.