Afronto esta reseña con sentimientos encontrados, porque aunque las idea que aparecen expresadas en esta novela corta me parecen interesantísimas y muy relevantes y el escenario de primer contacto en un mundo que se está recuperando lentamente del desastre climático no puede ser más atractivo, existe un cierto aire de inocencia en la ejecución que no me ha terminado de convencer.
La Tierra deja atrás las peores consecuencias del cambio climático principalmente debido al trabajo de las comunidades formadas entorno a los ríos más importantes, haciendo hincapié en el equilibrio de la naturaleza y el buen uso de los recursos naturales. No obstante, aún existen tanto los restos de las antiguas naciones como de las multinacionales reconvertidas, por lo que el equilibrio es cuando menos inestable, cuando no directamente requiere un ejercicio de voluntad de creencia por parte del lector.
En este escenario, se produce un primer contacto con unas razas alienígenas que viven en simbiosis y que ofrecen como única alternativa razonable para la humanidad dejar atrás su planeta madre, como ellas mismas tuvieron que hacer en su momento. Para allanar y mucho este primer encuentro, Ruthanna Emrys hace que los extraterrestres ya conozcan el idioma gracias a las emisiones que han ido recibiendo antes de desplazarse aquí. También quiere la casualidad que el primer encuentro tenga lugar con una pareja humana que lleva a su bebé lactante, lo que hace que se coloquen en la misma posición que los aliens que también llevan a sus retoños a las negociaciones.
A partir de aquí se entabla una relación complicada de negociaciones por parte de ambas facciones, así como de los otros poderes fácticos de la Tierra para tomar una decisión sobre el destino de la humanidad, bien sea permanecer en la Tierra intentando salvarla, bien sea dejar atrás la cuna para dar el siguiente paso en la evolución de la especie.
El lenguaje que utiliza la historia no es especialmente fácil y en ocasiones la lectura se ve entorpecida por esto, en especial porque el uso de algunos pronombres que yo al menos no conocía hasta ahora, provocada por una de las culturas de la Tierra que cambien de pronombre como el que cambia de traje (literalmente). Pero mi principal queja respecto al libro es la facilidad con la que soslayan algunos temas que parecen de importancia capital y la necesaria buena voluntad por parte de todas las partes para seguir negociando a pesar de las muchísimas trabas e impedimentos que existen. Es un mensaje de optimismo maravilloso, pero que quizá requiere demasiada colaboración por parte de un lector que como yo, tenga menos esperanza en nuestra capacidad empática con seres de otros planetas, cuando ni siquiera somos capaces de ejercer esta empatía con el vecino de al lado.
En resumen, A Half-Built Garden, es una novela con una especulación muy interesante, pero a la que quizá le hubiera venido mejor algo más de pragmatismo a la hora de exponer su desarrollo y conclusiones.