Después de una buena experiencia con el audiolibro Legion : Skin Deep y en vísperas de un largo viaje en coche, decidí darle una oportunidad a la segunda entrega de la serie de Alcatraz, de Brandon Sanderson. Si la primera ya me había gustado, seguramente la segunda también.
No me equivocaba con esa suposición. Aún siendo una novela juvenil, o quizá precisamente por eso, Alcatraz versus the scrivener’s bones es una risa constante. No esperéis mucho contenido ni reflexión en esta libro, no es su cometido.
Sanderson usa (y en ocasiones abusa) el método de atravesar la cuarta pared para establecer un diálogo directo con el lector. Estas pequeñas entradillas en cada capítulo resultan un poco confusas en el audiolibro, porque el narrador no diferencia en su tono unas de otras. Se trata de un contratiempo menor, al cabo de unos capítulos ya nos hemos acostumbrado.
El autor no deja pasar la oportunidad de meterse consigo mismo, con otros autores de fantasía y con el mismo género a lo largo de los capítulos de esta entrega de la serie. Uno de sus argumentos favoritos es la extrema longitud y peso de los libros de fantasía, lo que los conviene en armas contundentes ideales en cualquier pelea. Seguro que más de una persona le habrá hecho notar que las dimensiones de sus sagas provocan dolores de espalda al más pintado. No me extrañaría que en algún futuro reconociera ingresos secretos por parte de las asociaciones de fisioterapeutas y quiroprácticos de EE.UU.
Los sistemas de magia siguen siendo uno de los puntos fuertes del autor. Aquí, sigue explorando las reglas y las relaciones entre la tecnología y la magia. También parece claro el camino que seguirá en los siguientes libros de Alcatraz, ya que se ven algunos indicios en la parte final de esta narración.
En definitiva un libro divertido, para pasar un buen rato y que nos da una idea del buen hacer de Sanderson en distancias más cortas de las habituales.