Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Spinning in the Boiler House, con sonido de Stephen Vitiello (Youtube).
Recuerdo haberme sentido muy intrigado por la portada de All Those Vanished Engines, de Paul Park, cuando la vi por primera vez hace unos cuantos meses. Como no había leído nada de Park con anterioridad, tomé nota mental de darle una oportunidad al libro. No me imaginaba lo que se me venía encima.
Decir que All Those Vanished Engines no es una lectura sencilla sería subestimar enormemente su dificultad. El libro consta de tres novelas cortas que están de algún modo relacionadas (o no) y cada una es un reto considerablemente mayor que la anterior. Hay historias dentro de historias, pistas sutiles, narradores no confiables, notas autobiográficas, doppelgängers, referencias a proyectos reales del mundo real, hechos ambiguos y, sobre todo, montones de elementos meta-literatios. Por ejemplo, la primera de las novelas cortas incluye dos historias diferentes cuyos protagonistas son también los narradores de la otra historia, al estilo de algunos dibujos del maravilloso M.C. Escher. De hecho, podría describir All Those Vanished Engines como una especie de El atlas de las nubes si hubiera sido escrito por Christopher Priest. Pero más enrevesado.
Si todo esto suena intrigante y original es porque lo es. Pero también es extremadamente complicado de leer, seguir y comprender. Y ése ha sido mi principal problema con este libro: está muy por encima de mi capacidad. Tuve algunos problemas con la primera historia, pero más o menos la entendí (o al menos creo que la entendí). La segunda me resultó aún más complicada y elusiva y me encontré perdido muchas veces, sin saber qué estaba pasando, cuándo estaba pasando o siquiera quién lo estaba contando. Para cuando llegué a la tercera parte, ya me faltaban las energías y el interés necesarios para seguir leyendo y sólo la hojeé por encima.
Hay, sin embargo, muchos momentos brillantes en All Those Vanished Engines. La idea de los narradores concurrentes de la primera novela corta es simplemente maravillosa. Y algunas de las imágenes de la segunda son evocativas y muy interesantes. Tomemos, por ejemplo, el siguiente párrafo:
We thought these locations – in fact, in memory, and in the imagined present – might find their representation in the three defunct furnaces, all in a row, and in the three empty cubes of space, each one defined and encased with layers of rusted tubes.
O este otro:
Third, I thought you could build a story that would function as a machine or else a complex of machines, each one moving separately, yet part of a process that ultimately would produce an emotion or a sequence of emotions. You could swap out parts, replace them if they got too old. And this time you would build in some deliberate redundancy, if only just to handle the stress. One question was: Would the engine still work if you were aware of it, or if you were told how it actually functioned? Maybe this was one of the crucial differences between a story and a machine.
Hay muchas partes de este mismo estilo y difícilmente se puede ser más meta-literario. Estos fragmentos son un claro comentario sobre el propio libro, pero también sobre el papel de la literatura y del arte en general, y realmente los aprecio a pesar de no ser capaz de disfrutar (o entender) la mayor parte de este conjunto de novelas cortas enlazadas.
No me gustaría que se me malinterpretara: no digo que All Those Vanished Engines no sea un buen libro. Desde luego es ambicioso y estoy seguro de que gustará mucho a los fans de Paul Park (especialmente porque entiendo que está relacionado con algunas de sus otras obras, como A Princess of Roumania o Ghosts Doing the Orange Dance, que incluso se mencionan en varias ocasiones en la novela). Pero, definitivamente, es demasiado para este limitado y humilde lector.
(You can also read this review in English at Sense of Wonder/También puedes leer esta reseña en inglés en Sense of Wonder)