La opera prima de Nick Martell es una fantasía clásica en su concepción, con un protagonista decidido a preservar el legado de su familia mancillado por su padre, que asesinó al príncipe heredero del reino cuando su labor era protegerlo. Sobre este hecho se basa toda la vida de Michael Kingman, marcado como traidor desde la ejecución de su padre, pero que aún así sigue viviendo en la misma ciudad, rodeado por personas que lo desprecian pero que aún así no se atreven a levantar la mano contra él, ya que quizá el propio rey quiera disponer en algún momento de su vida.
The Kingdom of Liars es una novela que avanza de forma morosa en su primer acto pero que luego va acelerando conforme se acerca el final, de forma que es necesario darle una oportunidad para ir desvelando los distintos misterios que se han creado en la vida de Michael. Todo esto aderezado por un sistema mágico que no se explica con mucha profundidad, pero que tiene una original forma de funcionar, ya que cada acto mágico puede conllevar la pérdida de memoria del que lo lleva a cabo. También se añade el comienzo de una revolución por la aparición de armas de fuego que dejan obsoleto todo el sistema de caballería imperante hasta el momento.
Aunque el protagonista principal y narrador en primera persona de la obra es Michael Kingman, es cierto que a su alrededor van apareciendo una gran cantidad de personajes que van aportando complejidad e información a la trama, rompiendo alguna de las normas no escritas de la literatura sobre presentar a los personajes al comienzo de la historia. Nick Martell sigue añadiendo más y más personas incluso cuando el libro está muy avanzado. Es una forma un tanto tramposa de ir dosificando la información, pero es cierto que de esta forma es capaz de modular cómo se van obteniendo nuevas piezas sobre el puzle del pasado de la familia Kingman.
Quizá lo más interesante de la novela sea este “misterio” que envuelve la caída en desgracia de la familia, porque Michael es un narrador no confiable aún a su pesar, como forzosamente debe serlo cualquier habitante de este mundo donde se puede jugar con las memorias de los demás a propósito con la magia y se pueden sufrir en las carnes propias este abuso de la magia involuntariamente. Esto permite a Martell jugar con lo que sabemos y con lo que no sabemos de una forma bastante correcta, aunque también es cierto que en ocasiones se le va de las manos.
Otro detalle que quizá sea necesario mejorar en la obra de Nick es el abuso de casualidades y casi deus ex machina que permite que se encuentren ciertos personajes que se tienen que dar información en un momento determinado de la narración o que se encuentren en el lugar adecuado en el momento justo cuando tiene lugar la “revelación”. Es una pena que se vean las costuras tanto en un libro que por otra parte me parece un estupendo debut.
Leerá con curiosidad la segunda entrega para saber si el autor ha corregido estos problemillas que tenía la novela y poder volver a sumergirme en un mundo a priori muy interesante.