Quizá conozcais la sección que tuve el placer de escribir para la revista Supersonic, llamada Reconocimiento Digital. En ella intentaba descifrar las características definitorias de un autor en particular, repasando algunas de estas marcas registradas en relación con su obra. Era una labor trabajosa pero que me gustaba, ya que me servía para aclarar ideas respecto a los escritores y también para que tuvieran una carta de presentación ante el público que leyera la revista. No sé si cumplí mi objetivo, pero para este especial dedicado a K.J. Parker pensé que sería un buen colofón rematarlo con un reconocimiento digital dedicado a su obra.
K. J. Parker es el pseudónimo de Tom Holt, un autor con una considerable trayectoria a sus espaldas. Holt creó este alias para diferenciar sus obras algo más serias de su trayectoria habitual e incluso dos de sus novelas vieron la luz en España. Sin embargo, creo que sigue siendo un poco desconocido por estos lares, a pesar de la labor de divulgación que ha realizado Marcheto en Cuentos para Algernon, traduciendo algunas de sus obras.
La escritura de Parker tiene algunas características definitorias que lo hacen destacar y mucho en contraste con otras obras de fantasía, quizá más volcadas en la acción y la aventura que en la descripción y en la verosimilitud de los acontecimientos narrados. En este aspecto, se puede decir que la obra de Parker depende de las estructuras, tanto metafóricas como reales. Resulta apasionante ver volcados conocimientos de ingeniería y fabricación de la época antigua en una obra fantástica. Por ejemplo, en uno de sus títulos más recientes, Sixteen Ways to Defend a Walled City, el protagonista es un ingeniero que casi sin comerlo ni beberlo se encuentra al mando de la defensa de una ciudad amurallada ante el asedio de una fuerza eminentemente superior. Es sorprenderte el despliegue técnico de Parker, capaz de explicar el funcionamiento de un fundíbulo o las acciones de unos zapadores para poner en jaque el suministro de los acuíferos de la ciudad de una forma amena y me atrevería a decir incluso didáctica. En Prosper’s Demon, sin embargo, lo que nos fascinará será el desarrollo de una técnica de fundición para crear estatuas más grandes de lo que nunca se había conseguido, mediante el moldeo a la cera perdida. Y qué decir de los ensayos incluidos en Academic Exercises una auténtica maravilla de concisión y sabiduría. Excepto en estos últimos, que no son ficción, el aspecto técnico se apoya también en una estructura elaborada por el escritor que escoge el andamiaje más apropiado para cada historia que quiera contar, usando recursos narrativos por doquier que en otras manos menos diestras podrían dar lugar a confusión. Elipsis, narrador no confiable, cambios de punto de vista, ocultación de información… Toda una panoplia de herramientas para su uso y nuestro disfrute.
La mayoría, aunque no todas sus obras, están emplazadas en la denominada Parkerland, un mundo difuso con una cronología poco clara pero que sirve como perfecto escenario para sus personajes. Se puede discernir si una obra pertenece o no a este universo con la presencia o mención de su personaje favorito, el sabio Saloninus, arquetipo del narrador no confiable que mencionábamos con anterioridad y probablemente personificación del propio autor dentro de las publicaciones. Aunque no siempre protagoniza las historias, como en los relatos de Academic Exercises, es un placer encontrar alguna influencia o mención.
Los libros que no están relacionados con Parkerland, como The Downfall of the Gods, no desmerecen el resto de la obra. La ausencia de una marco prefijado hace que el autor tenga más libertad a la hora de introducir otros elementos, mitológicos en esta ocasión. Una de las características de su obra parece ser que conforme aumenta la longitud del libro disminuye la presencia de elemento mágico-fantástico en la lectura, en una suerte de relación inversa que el propio escritor ha hecho notar en algunas ocasiones.
A Parker tampoco le tiembla el pulso a la hora de escribir trilogías, desarrollando historias a lo largo de varios volúmenes. Mención especial en este aspecto quizá merezcaTwo of Swords, que en realidad es un fix-up de otros relatos publicados con anterioridad, pero que consigue hilar la historia del enfrentamiento entre un imperio dividido con todo el ingenio posible, sin escatimar apenas la crueldad inherente a estas batallas épicas. En esta serie de libros podremos disfrutar de una dualidad no solo presente en el propio título de la saga, si no en los personajes creados, asimilables en parejas, así como los contrastes entre ambos imperios, demasiado parecidos para acabar siendo absorbidos el uno por el otro. Una cualidad importante también en la obra de Parker es el hincapié que hace en la futilidad de la guerra, un empeño inane en el que se vuelcan recursos que no se podrán recuperar (especialmente interesante resulta en este sentido las empresas de recuperación de pertrechos de la mencionada Two of Swords). Aunque su principal obsesión parece ser hacernos conscientes de la cantidad de vidas humanas desperdiciadas para continuar en el mismo punto. Un alegato pacifista que también podemos ver en Sixteen Ways to Defend a Walled City y en otras de sus obras.
En este enlace podréis tener acceso a su extensa bibliografía, para escoger por dónde comenzar a conocer la obra de un autor más que recomendable. Dentro de lo que ha publicado si buscas algo en español “El matadragones de Merebarton” que es un comienzo estupendo, una novela corta con mucho humor es Downfall of the Gods y una curiosa comparativa de la esgrima y el fútbol con espionaje de fondo es Sharps. Espero que este artículo os haya servido de guía para que al menos sintáis curiosidad por sus libros. Os aseguro que no os arrepentiréis.
Espero que os lo hayais pasado bien con esta semana dedicada a K.J. Parker y sobre todo, que os haya picado la curiosidad para conocer la obra de un autor que merece mucha repercusión. Con eso, habremos cumplido nuestro objetivo.