Sarah Pinsker es una de las voces más personales que he leído últimamente en la ciencia ficción, con algunos relatos cortos de esos que se te quedan clavados en la memoria y con el divertidísimo “And Then There Were (N-One)” como colofón. Así que cuando tuve la oportunidad de leer su primera novela, A Song for a New Day, no dudé en hacerlo.
A Song for a New Day nos va relatando dos líneas temporales, antes y después de que el temor a atentados terroristas y a infecciones provoque la prohibición de cualquier tipo de reunión. Esto influye en los deportes de masas y sobre todo, en los conciertos en directo, que pasan a ser movimientos clandestinos que se dan a conocer por el boca a boca. Pinsker es música además de escritora y es innegable la pasión con la que hablar de las canciones, de las giras, de la música en general y de los directos en particular. Si asistes o has asistido a conciertos, te hará volver a sentir esa conexión especial que puede dar la música en vivo.
Los dos personajes principales tienen visiones muy distintas de la vida, una desde la perspectiva de alguien que vivió antes de la prohibición (y encima música para más señas) y otra desde la de una joven que solo ha conocido el mundo tal y como es ahora, sin apenas relaciones interpersonales si no son online y con una estricta separación de clases que te impide progresar por más que lo intentes.
Se puede interpretar como una novela con cierto componente distópico, ya que la mayoría de las familias ha ido buscando el aislamiento para protegerse de unos riesgos que tampoco está claro que sigan estando presentes. La sociedad ha cambiado y se prima por encima de todo la conectividad permanente y la inmersión en mundos virtuales, que ofrecen lo que la vida real ya no es capaz de dar.
Es una lectura que da que pensar, comenzando por lo verosímil de la trama, ya que ese aislamiento social está a la orden del día y continuando por el control de una sociedad a la que se le impide reunirse y organizarse, siempre por su bien. Me gusta ver cómo las grandes corporaciones instigan que prosiga el status quo que les reporta pingües beneficios. Quizá la aproximación de Pinsker es un poco ingenua y menos reivindicativa de lo que podría haber sido, pero el mensaje de fondo está ahí para quien quiera verlo.