Sigo con mis lecturas de los nominados a los premios Nébula, y en esta ocasión le tocaba a Kelly Robson con Gods, Monsters and the Lucky Peach.
Me ha costado muchísimo introducirme en la lectura. Hay autores que no te explican nada y te dejan en mitad de la historia para que vayas reconstruyendo la narración con las pistas que te van dando. No estoy en contra de este artificio, pero me parece que Robson ha abusado de este recurso en esta novela corta. La idea es atractiva cuando menos, ya que los protagonistas están en una futura Tierra devastada ecológicamente e intentan llevar a cabo proyectos de terraformación, si me permitís la palabra.
Se habla mucho de gestión de proyectos, de análisis de costes-beneficios y mucha jerga tecnocrática para dotar de consistencia a un entorno que creo que podría haber llegado a resultar interesante, si se hubiera explorado de otra manera.
El mensaje ecologista que la autora nos hace llegar parece bastante claro, las acciones del pasado influyen irremediablemente en el futuro y si no somos capaces de solventar lo anterior, al menos deberemos esforzarnos en el presente para no empeorar más la situación. En este sentido, Robson acierta con el tono, que no es paternalista si no fáctico.
La complicación llega cuando entran en juego los viajes en el tiempo, que una misteriosa organización ofrece para poder obtener datos realistas desde los que extrapolar las necesidades para la restauración del medio ambiente. Parece bastante obvio que si al finalizar el salto atrás en el tiempo la línea creada colapsa, lo que pase en ese escenario no tiene que influir en el futuro.
También resulta muy extraño que los personajes tengan tentáculos o piernas extra u otras modificaciones corporales “por que sí”. Desde un principio me chocaba este hecho y no he sido capaz de entender para qué era necesario este detalle.
No he podido disfrutar con lo que me ofrecía Robson con esta obra y por eso no puedo aconsejarla, pero me gustaría conocer vuestra opinión para poder ver qué he pasado por alto.