La cubierta de Rise of the Mages me llamó mucho la atención en su día, pero entre tantos y tantos libros acabé por olvidarme de él. Pero, al ver que se había anunciado la publicación en formato audiolibro, volvió a ponerse en mi punto de mira y decidí darle una oportunidad.
La narración de John Skelley mejora y pule el texto, porque es capaz de insuflar la inocencia del protagonista al principio del libro y su proceso de maduración en la novela, una suerte de bildungsroman sonoro.
El mundo secundario en que se desarrolla Rise of the Mages es bastante arquetípico, con ese mal secular que amenaza con volver, una organización territorial que bascula en un ejercicio de equilibrio de poderes y un sistema mágico tradicional. Drakeford deja entrever que hay una amenaza más sombría que pende sobre el protagonista pero se lo guarda para las siguientes entregas de la saga, porque claro, este no es un libro único.
Algunos puntos positivos que destacar acerca del libro son el ritmo con el que está escrito, ya que es una de las cosas más difíciles de mantener escribiendo y el autor sale bastante bien librado en este sentido. Las dinámicas entre los maestros y los aprendices también reflejan la realidad más habitual en la tutoría y el aprendizaje, aunque sea con magia y espadas en vez de con escuadra y cartabón.
He mencionado antes el sistema mágico, basado en la energía natural de las cosas llamada infusori. Lo que más me llama la atención es el estilo algo steampunk que mezcla esta magia con tecnología para la vida diaria, como por ejemplo lámparas iluminadas con infusori. Pero luego, resulta un poco anticlimático que el protagonista sea capaz de utilizarlo apenas sin formación. Se acaba una cansando de the chosen one (TM) lo tenga todo de cara siempre.
La opera prima de Scott Drakeford es el inicio de una saga de fantasía correcto, pero tampoco tiene elementos que la hagan destacar sobre la miríada de novedades de género que inundan los estantes de las librerías. Y es que es bastante difícil destacar entre tanto libro y aunque Drakeford escribe bastante bien, pues no deja de ser lo que es.