Siento una especialidad debilidad por la obra de Derek Künsken, así que siempre que cae algo suyo en mis manos pasa a ser una prioridad de lectura. Y mucho más cuando es la finalización de una duología, como The House of Saints.
The House of Saints tiene de todo. Tiene una fuerte componente técnica, prácticamente porno para ingenieros, que se lleva gran parte de los capítulos centrales y que resulta apasionante. Tiene poesía, tragedia y unos personajes tan realistas que sufres con ellos cada una de sus penurias. Incluso tiene una guía para insultar en quebequés que es algo que nunca sabes cuándo podrás necesitar, pero que no sobra.
Por si todo esto os parecía poco, asistiremos también a los comienzos titubeantes de la transición de género de una persona, que a pesar de toda la conmoción emocional que esto conlleva es capaz de mantenerse firme en su decisión y afrontar retos que harían temblar al más dispuesto, haciéndolo todo con una entereza digna de encomio.
Las relaciones familiares son fundamentales en la trama y en la consecución de los objetivos, aunque a Künsken no le tiembla el pulso para ir eliminando personajes que tuvieron y tienen un papel trascendental en la historia. Quizá se le pueda achacar que la resolución acaba siendo un tanto rápida en su optimismo, pero claro, habida cuenta de las extraordinarias condiciones de vida en el planeta Venus una simple acción puede resultar decisiva debido al contexto.
Me gustaría hacer especial hincapié en la lucha primero soterrada y después más que evidente contra el sistema capitalista que asfixia a Venus en manos de los bancos prestamistas, que buscan solo optimizar el beneficio aunque haya que exprimir hasta la última gota de sangre de la colonia.
Creo que es bastante difícil mezclar la ciencia ficción más dura con los sentimientos, pero Derek lo consigue de forma muy intuitiva, que no se nota nada impostada. Tras este estupendo cierre de la saga Venus Ascendant, no os podéis imaginar las ganas que tengo de leer el final de The Quantum Evolution.