La reciente ganadora del premio Nébula a la mejor novela corta parte de una premisa interesante, ya que nos cuenta tres puntos de vista sobre la caída de la humanidad, a saber, antes de que ocurra, después de que ocurra y durante su ocurrencia.
En el futuro la Tierra ha sido devastada por varias catástrofes y solo han quedado 26 supervivientes rescatados por los Tesslies (que no se sabe bien si son extraterrestres) y que viven protegidos del exterior en una especie de cúpula. Una vez que se ha visto claro que los problemas genéticos de estos supervivientes impiden su reproducción natural, los mismo Tesslies les proveen de una máquina que les permite viajar al pasado durante un tiempo determinado para aprovisionarse y principalmente, para raptar niños que añadan variedad genética y posibilidades a la repoblación del mundo. El peso de la narración lo lleva Pete, uno de los descendientes de los 26, al que su frustración y odio hacia los Tesslies lleva a situaciones límite.
El arco narrativo situado en el presente es narrado desde el punto de vista Julie, una matemática que ha creado un algoritmo que predice con cierta exactitud dónde se producirá el siguiente de los extraños secuestros que están ocurriendo, en los que bebés y niños de corta edad desaparecen sin dejar rastro. Este personaje deberá enfrentarse también a la maternidad mientras el mundo se desmorona a su alrededor, sin que aparentemente nadie se de cuenta.
La parte más corta pero muy descriptiva también es la que nos cuenta lo que pasa durante la caída, con mutaciones genéticas en las bacterias que acaban con la vida vegetal y seísmos que provocan tsunamis de proporciones colosales.
La historia es interesante y su corta extensión (aunque algo larga para una novella) permite que la tensión vaya in crescendo. La sociedad distópica que se está formando tras la caída no parece que pueda tener mucho éxito a pesar de los esfuerzos de los supervivientes, ya que los descendientes de estos primeros 26 tienen diversas taras genéticas y la mayoría no son fértiles, pero su espíritu de lucha les permite seguir adelante.
Aún así, encuentro varios problemas con esta obra de Nancy Kress. Los personajes del presente me parecen muy planos y arquetípicos, y aunque los del futuro mejoran algo, también resulta frustrante ver cómo muchos de los pensamientos de Pete están controlados por su líbido. Tampoco me parece lógico que los Tesslies queden en un segundo plano y no se conozca nada de su origen ni se expliquen sus actos, con lo que queda a la imaginación de cada uno suponer de dónde vienen, pero sin datos suficientes.
Aunque lo peor para mí es la moralina final con la que acaba la novela, que recuerda inevitablemente a los últimos libros de Las Fundaciones de Asimov pero de forma más paternalista.
Con esto no quiero decir que el libro sea malo, si no que podría haber sido mejor.
Quisiera remarcar también la minimalista portada del libro que consigue resumir en tres viñetas esquemáticas todo el libro. Muy buena.