Actualmente parece haber una tendencia en la fantasía hacía escenarios distintos del típico entorno pseudomedieval europeo, como en “The Emperor’s Soul” de Brandon Sanderson. Pero creo que es la primera vez que leo algo parecido en el terreno de la ciencia ficción y no puedo estar más de acuerdo con el cambio de ambiente.
Aliette de Bodard es una escritora franco-vietnamita que ha tenido la gentileza de dejarme leer su novella para ver si la nominaba a los Premios Hugo. Esta mezcla cultural se nota en el libro, ya que bebe directamente de las tradiciones de Vietnam y de la indiscutible influencia china.
La historia que nos cuentan se sitúa en la estación espacial Prosper, a la que llega como refugiada Lê Thi Lihn, magistrada del vigésimo tercer planeta al que ha llegado la guerra. Allí es recibida por Lê Thi Quyen, que se encuentra a cargo de la estación en ausencia de su marido y de los otros responsables de Prosper, desplazados también por la guerra. La relación entre ambas mujeres será tensa y dará lugar a los conflictos que harán avanzar la novela, porque ambas recelan de la posición de la otra.
Mención aparte merece la propia estación, ya que es controlada por una Mente, la Honoured Ancestress, que recuerda en cierto modo a las Mentes de la Cultura, pero que es muy distinta por lo que nos deja entrever Aliette. Las Mentes nacen de mujeres humanas pero son preparadas para controlar las naves y las estaciones en un especie de simbiosis que me gustaría que se explorara más.
También me ha llamado mucho la atención la existencia de los implantes de memoria con los recuerdos y la personalidad de los antepasados, que aconseja en la toma de decisiones y que habría incluído en De implantes y cyborgs, si lo hubiera leído antes.
El comportamiento de los personajes me ha recordado también “Los caballos celestiales” de Guy Gavriel Kay, por el respeto a los antepasados y el uso de la poesía para la comunicación, por ejemplo.
Lo que no me ha gustado nada en absoluto es la portada, me ha recordado a una película hongkonesa de las de un euro el puñado. Es terrible.
En resumen, me ha encantado leer “On a Red Station, drifting” y la voy a nominar para los Premios Hugo. Espero ansiosa la publicación por RBA de Sirviente del inframundo, porque va a ser una compra segura.