Es muy complicado reseñar la última entrega de una saga sin caer en el spoiler y sin dejarla vacía de contenido. Lo intentaré hacer lo mejor posible para este estupendo final de una de las sagas más imaginativas que ha dado la space opera últimamente, injustamente desconocida por estos lares. Benjanun Sriduangkaew, aúna todos los personajes y las tramas en un fin de fiesta espectacular que consigue sorprender y cerrar todo lo que había ido formulando en las muchas entregas anteriores.
Al fin se desvela el plan secreto de las Inteligencias Artificiales, pero la clave está en el delicado equilibrio entre las pequeñas escenas domésticas, como preparar el desayuno y las escenas de mayor envergadura, como la destrucción de una armada invasora. Y es que ambas mantienen el interés, algo extremadamente complicado en un relato de ciencia ficción como este.
Benjanun vuelve a traernos a los personajes que fuimos conociendo en las entregas anteriores, como la parte humana de una haruspex fallida, los contendientes del torneo cuyo premio era su deseo más preciado o las intrigantes inteligencias artificiales que parecen estar orquestando todo desde las sombras.
Quizá la carga sexual de esta entrega es menor que las anteriores, pero el marchamo habitual de la escritora tailandesa sigue presente.
Se me acaban los epítetos para definir la prosa de la que hace gala Sriduangkaew, tal vez un poco más comedida en este final de saga, pero siempre preciosista e impactante. No creo que nunca la veamos traducida, ojalá me equivoque, pero ya os adelanto que sería un desafío mayor para cualquier profesional.
Además, como regalo final, la autora nos deja el primer capítulo de su nueva saga de ciencia ficción, algo que parece totalmente diferente a lo que nos ha ofrecido hasta ahora.