Hoy se pasa por el blog uno de nuestros colaboradores más queridos, Pablo Bueno, para darnos su opinión sobre La sabiduría de las multitudes, el último libro publicado por Joe Abercrombie.
Hace poco terminé La sabiduría de las multitudes, de Joe Abercrombie, tercer y último título de la Era de la locura, publicado por el sello Runas. Pero fue casi en cuanto empecé a leerlo cuando tuve claras, al menos, dos cosas: la primera, que me apetecía muchísimo comentar esta historia (evitando los spoilers, eso sí) y la segunda, que había echado tanto de menos esta trilogía que, de hecho, era el libro que más había estado esperando en los últimos tiempos, así que estaba claro que había que dedicarle una reseña.
Realmente la historia comienza hace la friolera de seis libros, con La primera ley, su primera trilogía, que ya me dejó con los ojos a cuadros varias veces. Ya en esos momentos veíamos escenas descarnadas, diálogos chispeantes, reflexiones magníficas, crudeza sin anestesia previa y otros elementos que son la marca de la casa. La terminé con esas sensaciones que te dejan a veces lo que te llega tan adentro que, en un principio, ni siquiera eres capaz de valorarlo. Pero sí, me había gustado. Mucho. Luego vinieron sus tres libros independientes y cronológicamente posteriores (La mejor venganza, Los Héroes y Tierras rojas), que me encantaron también. Algunos de ellos, aunque no tanto como la obra completa de La primera ley, más si los comparamos con alguno de los volúmenes aislados. Y después cayó Filos mortales, que me pareció distinto y muy disfrutable, pero que solo consiguió dejarme esperando su próxima obra con el ansia propia de un yonqui.
Y así llego Un poco de odio, que daba inicio a este nuevo ciclo que, digámoslo ya, es casi sin dudas su mejor obra en conjunto. Y esto no era fácil por varios motivos. El primero que, habiendo dejado el pabellón tan alto con sus anteriores libros, satisfacer a los gourmets de las letras era algo realmente complicado. El segundo que, con semejantes personajes tan idolatrados, tan carismáticos como Glokta o Nueve, era casi imposible que los nuevos estuvieran a la altura y cautivaran a los lectores. Pero lo hicieron con creces. En algunos casos, y esto es para sacarse el sombrero, en apenas un par de párrafos.
¿Cómo ha conseguido esto Abercrombie? Pues sin duda porque, como ya decía la última vez que hablé del tema, ha depurado su estilo, su método, su prosa, su ingenio y su agudizada sátira cuando habla de lo más bajo del ser humano. Pero también porque el mundo que nos presenta en esta nueva trilogía es apasionante. Para cualquiera que llegue a ella, pero, quizá especialmente, para los que conocíamos sus orígenes.
En el tiempo que se tomó en escribirla, el Mar Circular siguió contando olas; la evolución tecnológica no se detuvo; los personajes que ya conocíamos siguieron con sus vidas, con sus familias, con sus obsesiones o sus obligaciones.
Sin spoilers, lo prometo, pero hay que señalar el paralelismo que traza en estos tres libros entre nuestra propia historia de las revoluciones y lo que sucede en sus tramas. Si ya en anteriores reseñas comentábamos que al principio de esta Era de la locura veíamos tintes (raspones tiznados en las paredes, más bien) de la revolución industrial, ahora vemos un reflejo de otras revoluciones, en este caso no tanto tecnológicas, sino sociales (si es que la anterior no lo fue). Lo cual nos lleva de nuevo a hablar de la naturaleza del hombre en su faceta más cínica, hipócrita, egoísta o descarnada.
Los personajes, una de sus bazas literarias más fuertes, nos muestra a unos supuestos “buenos” que son indolentes o egoístas. Los “malos” también tratan de salvar a los suyos o de lograr un bien mayor a través de medios que, para ellos, son aceptables. Abercrombie es experto en hacer brillar los grises.
Algo que también me llamó mucho la atención fueron los finales y más finales que nos regala La sabiduría de las multitudes. Un efecto que, en parte, viene provocado por la tremenda inercia con la que se llega al final de la lectura y que parece necesitar una deceleración muy progresiva para que no nos estrellemos emocionalmente. Pero también debido a que Abercrombie remata (en su caso esta palabra siempre es peligrosa) con puntadas magistrales casi todos los hilos que quedaban colgando. Lejos de abandonarse a lo lacrimógeno o a recrearse en su obra, nos muestra muchos de los engranajes que habían estado operando por detrás de la historia. Nos muestra el destino final de (casi) todos los personajes. Y, para alguien que valora tanto que las historias vayan al grano, el hecho de haber disfrutado tanto esta última parte da buena muestra de su interés. Ni siquiera un primer tercio de la novela más tranquilo y centrado en lo político consiguen hacerle perder ritmo.
Ya para ir concluyendo, tengo que reconocer también la excelente traducción de Manu Viciano, que continuamente me hace dudar de si Abercrombie no nos habrá tenido engañados todo este tiempo y en realidad habrá nacido dos manzanas más allá de mi casa.
Así, que haciéndome eco de esa gran pregunta que nos lanzan algunos de los lectores que todavía no conocen a este autor: con todo este material, ¿por dónde se empieza a leer a este monstruo consagrado? (Algo contradictorio, no lo niego, pero seguro que no es exagerado). La respuesta es sencilla: por aquí. Si para los que empezamos con sus novelas más antiguas fue increíble ir hacia adelante, sin duda para los que abran boca con esta nueva trilogía será igual de satisfactorio ir descubriendo de dónde venimos.
Espero que os haya gustado el artículo de Pablo, que expone muy claramente su pasión por el autor y su obra.