La verdad, sigo sin entender cómo esta trilogía de Mike Brooks no ha tenido más renombre. Unos libros de fantasía épica con muy diversos puntos de vista, que juega con el lenguaje desde la perspectiva de género, con unos personajes entrañables… Así que aquí vengo a aportar mi granito de arena para hacerlos un poquito más conocidos.
The Godbreaker es la entrega final de la historia que comenzó con The Black Coast y continuó con The Splinter King, con todos los personajes que nos ha ido presentando Brooks destinados a un enfrentamiento de grandes proporciones. Y sin embargo, el autor nos escamotea esa gran batalla durante la mayor parte del libro. ¿Por qué?, os preguntaréis y creo que la respuesta es que desde el principio ha intentado sorprendernos con el destino de cada uno de los personajes que nos ha acompañado por el camino y en esta tercera entrega no iba a ser menos.
El comienzo de la obra, con un tsunami que descompone el tablero de juego que ya conocíamos, es la forma poco sutil pero efectiva que tiene el escritor para forzar a todos los personajes a entenderse o perecer en el intento. Y consigue otro efecto que creo que es aún más importante, ya que emocionalmente te implica mucho más en la historia, por que semejante desgracia te hace conectar aún más con las penurias de los implicados.
Algo que no me ha gustado tanto es la aparición de personajes de los que no habíamos oído hablar con conocimientos extensos de un pasado que había estado casi siempre en tinieblas. Me parece un recurso un poco tramposo, un deus ex machina bastante injustificado, aunque afortunadamente no tienen un papel excesivamente relevante.
The Godbreaker es un libro muy largo, más de 600 páginas en las que Mike Brooks desplaza a su peones a lo largo y ancho del continente, pero lo que de verdad centra nuestra atención no es tanto el viaje como el destino. Y es que no deja de sorprender que la resolución para un conflicto con varios ejércitos, tres frentes y varios dioses o descendientes de dioses implicados se pueda resolver de forma política. Con esto no quiero decir que no haya batallas y sangre a paletadas, pero todo queda en un discreto segundo plano cuando la voz de la razón y la lógica se aplica al Estado, una vez superados los fanatismos. Y Brooks lo hace de una forma elegante, dejando en mano de los supervivientes el destino del reino, pero sin avasallar y sin tampoco dejar finiquitado cada detalle.
La trilogía queda bien cerrada, sin tramas sueltas, aunque es cierto que en el epílogo algunos personajes planifican un viaje que podría dar pie a que el autor volviera a explorar este mundo. Sin duda, estaré interesada en lo que pueda ofrecer.