Tremenda decepción que me he llevado con este libro, que parecía que podía ser interesante pero ha resultado ser una mezcolanza que ni la mayonesa cortada, ingredientes que podrían dar lugar a un buen resultado pero que el autor no es capaz de conjugar debidamente.
La parte que más me interesaba a priori era el tema del uso de la lingüística, porque hay libros de ciencia ficción que han tratado este tema de forma muy atractiva, como Empotrados de Ian Watson o varios de los relatos de Conservation of Shadows de Yoon Ha Lee, por poner los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza. Sin embargo. Scotto Moore, se saca de la manga los morfemas del poder y a partir de ahí ya todo se basa en la teoría de lo hizo un mago, sin orden ni concierto. Al principio del libro me acordé mucho de mi profesora de sexto mientras nos explicaba que el fonema era la imagen mental del sonido, para poder decirle que décadas después es la primera vez que me ha servido para algo esa definición en particular, pero no sé por dónde andará la señorita Capilla, así que lo mismo ni para eso me sirve.
El libro se sube a la tendencia LitRPG, con su propio mundo virtual en el que la protagonista es la reina por ser la mejor jugadora históricamente. Los creadores del juego Sparkle Dungeon utilizan esta plataforma para seleccionar a los mejores candidatos que puedan utilizar estos morfemas del poder (hola, Juego de Ender) y atraerlos a sus filas.
A partir de ahí la novela ya descarrilla sin control. Los malvados de opereta que aparecen buscan hacerse con el poder utilizando este lenguaje mágico, la amenaza de una destrucción alienígena completa solo sirve para que se enfrenten entre ellos a ver quién consigue más poder, la explicación de cuáles son los extraterrestres que llevan poblando la Tierra desde hace milenios es simplemente delirante y cada pocas páginas Moore se va sacando de la manga nuevos atributos y justificaciones para una trama insostenible. La trama tiene más agujeros que un queso Gruyere.
Pero es que la cosa no acaba ahí. También hay un culto que parece basado en la cienciología pero que adora un calamar gigante alien que desempeñará un papel fundamental en la trama, una estrella de la música que pertenece a ese culto pero en su tiempo libre se dedica a ser de los mejores jugadores del dichoso Sparkle Dungeon, un grupo de anarquistas que luchan contra el sistema de una forma, digamos, cuestionable… No se nos puede olvidar el multimillonario que forma parte de la cábala para controlar el mundo, o el cabecilla del culto que se cree la reencarnación de quién sabe qué enviado del dios-calamar. Sinceramente, la lista de incoherencias es interminable.
Nos encontramos ante una novela absolutamente prescindible.