He de reconocer que la primera propuesta de Tchaikovsky que he leído este año, que seguramente no será la última, me ha encantado. Aún siendo una continuación de Dogs of War es de lectura independiente y trata temas muy atractivos en la ciencia ficción, como la colonización de Marte, las inteligencias distribuidas y el control mental. Estamos hablando de especulación a alto nivel, pero no solo en el aspecto tecnológico si no también en el sociológico, algo que me resulta aún más interesante.
No me cabe duda de que también ha influido la excelente labor desarrollada por los narradores del audiolibro, William Hope, Laurence Bouvar y Nathan Osgood, que hacen que te sumerjas más en la historia.
La acción tiene lugar en Marte y en la Tierra. Mientras que en el planeta rojo asistimos a los trabajos necesarios para instalar una ciudad allí, llevados a cabos por humanos modificados y bioformas animales, en la Tierra ocurre algo mucho más siniestro. Un político va ascendiendo en el poder a base de medias verdades y populismo, en un reflejo inquietante de lo que está ocurriendo en la realidad. Pero no es solo eso lo preocupante, lo terrible es la inquebrantable lealtad de su círculo interno y cómo la ha conseguido. A veces me parece que el autor carga demasiado las tintas en esto, dejando a las claras la mentalidad casi infantil del malvado, pero también cómo rodeado de un buen equipo es capaz de salirse con la suya.
Me gusta especialmente el tratamiento del dilema del libre albedrío y la asunción de la responsabilidad tal y como lo propone Tchaikovsky. Aderezándolo con un sentimiento religioso, vemos cómo no hacer nada es hacer algo en sí mismo y las consecuencias que esto puede acarrear. Dejar todas las decisiones y por lo tanto la responsabilidad a un entidad superior es una elección cobarde pero cómoda, a la que se acogen algunos de los personajes del libro. Otros no llegan a tener siquiera esa posibilidad de elección.
Hay algunos elementos que se notan algo forzados para conseguir que la acción avance hasta su punto álgido, como el modo casi milagroso en que se consigue salvar información imprescindible para desenmascarar al malvado o la relativa facilidad con que se desmonta su plan debido a una casualidad, pero son detalles menores comparados con la reflexión a la que nos invita el autor. Para mí, la mejor lectura de lo que llevo de año, pero claro, solo estamos empezando.