Leí en su momento las cinco o seis primeras entregas de la saga de los Vorkosigan creada por Lois McMaster Bujold y me resultaron agradables, no iban a revolucionar el mundo de la ciencia ficción pero tampoco era esa su intención. También es cierto que dejé de leerlas y nunca más volví a ese universo… hasta ahora.
Esta introducción me parecía necesaria para situar en contexto la lectura de “Captain Vorpatril’s alliance”. No soy fan de la saga aunque no me sea una total desconocida. El libro está plagado de pequeñas referencias a sucesos anteriores que yo no conozco, por lo que deduzco que será de lectura más agradecida para un seguidor fiel que para un lector ocasional.
En esta ocasión el protagonista de la acción no es el omnipresente Miles Vorkosigan (aunque hace un cameo que quita todo el protagonismo a Ivan) si no su primo el capitán Ivan Vorpatril. No sé si nos encontramos ante un relevo generacional o ante un spin off, pienso que es más bien lo segundo, porque aunque con Miles ya se ha hecho todo lo posible (ha aparecido hasta un clon) no me parece que Ivan tenga la suficiente enjundia como para llevar sobre sus hombros el resto de la saga.
Ivan está destinado fuera de Barrayar como ayudante del Jefe de Operaciones Desplains. Allí el agente encubierto Byerly Vorrutyer le pide como favor que escolte a una joven desencandenado una serie de acontencimientos que incluyen un secuestro, la presencia de una misteriosa mujer con la piel azul y una boda precipitada del propio Ivan con la protegida como único modo de esquivar a inmigración.
Lo que en un principio parecía ser el típico matrimonio de conveniencia que luego se disuelve a las primeras de cambio conlleva unas complicaciones que ninguno de los contrayentes esperaba, sobre todo cuando la familia de ambos aparece en escena.
No quiero contar más de la trama por no desvelar algunas sorpresas que vienen a continuación, pero creo que ha quedado patente que nos encontramos ante una novela de relaciones más que de aventuras, aunque también las hay.
Como un todo el libro es entretenido, pero muy previsible. Hay algunos destellos de genio por parte de Bujold como el Mycoborer o la búsqueda sónica que llevan a cabo de forma encubierta, pero son solo destellos. El resto se ve venir a leguas de distancia. Es por todo esto que me parece una lectura para pasar el rato pero no creo que sea como para nominarla al premio Hugo ni mucho menos ganarlo.
Mención especial merece la portada perpretada para este libro, que es la imagen que aparece en el post. Me faltan las palabras para definirla, pero debe ser de las más feas de los últimos años.