Gracias a un compañero de trabajo que es un artista he cambiado la cabecera del blog.
¡Espero que os guste!
Lecturas de ciencia ficción y fantasía
Gracias a un compañero de trabajo que es un artista he cambiado la cabecera del blog.
¡Espero que os guste!
Esta es una buena noticia, ahora mismo está disponible para bajarse en formato epub, mobi y pdf esta antología anual, con relatos de Aliette de Bodard y Ken Liu entre otros. ¡Para no perdérselo!
Os pongo la tabla de contenidos:
La portada es de Erasmus Brosdau.
Si has seguido este blog el poco tiempo que lleva, sabrás que este año me he apuntado a las votaciones de los Premios Hugo. Si no te decides a tirarte a la piscina, puedes tener un aperitivo de lo que sería participar en las votaciones para elegir lo mejor del 2012 con la 2013 Locus Poll. No hace falta ser suscriptor de la revista para votar, aunque si lo eres, tu voto cuenta doble.
Las categorías varían un poco respecto a los Hugo, y aunque puedas votar a lo que quieras que se publicara el año pasado, las sugerencias que aparecen son los libros que el equipo de Locus ha seleccionado como lo mejor.
Las categorías son:
Mis votos creo que serán muy parecidos a los de los Hugo que ya publiqué, aunque creo que incluiré Jack Glass, que me ha gustado mucho y no me dio tiempo a nominarla.
¡¡Anímate a votar!!
Debido a la longitud de la reseña, he tenido que dividirla. Aquí podéis leer la primera parte.
Field Test de Michael A. Stackpole
Cuando se escribe ciencia ficción en un futuro cercano, existe el riesgo de que los acontecimientos de la realidad sobrepasen a la ficción y este ha sido el caso de Field Test, ya que estaba situado en una Libia bajo el control de Gadaffi.
En cuanto a la historia no destaca por nada en particular. Una operación secreta de los EE.UU. que no acaba bien en la que el rescate es ayudado por una armadura de combate.
Trauma pod de Alastair Reynolds
Alastair Reynolds es un autor que me gusta, especialmente cuando escribe space opera.
No cabe duda de que este relato es de ciencia ficción, pero inextricablemente unido al horror. Y ése es un campo que yo no llevo bien.
¿Qué pasa cuando se confunde el humano y la cápsula con la que se le mantiene con vida? ¿Qué separa la humanidad de la inteligencia artificial?
Contained vacuum de David Sherman
En esta historia los marines abordan un navío espacial que parece abandonado que esconde una trampa, pero gracias a su buen hacer (¡somos marines!) consiguen llevar la misión a buen puerto. Muy previsible.
You do what you do de Tanya Huff
Una revisitación al tema tratado en Trauma pod, con un final similar. No entiendo cómo dos historias tan parecidas han entrado en la recopilación, además la de Reynolds me parece mejor.
Nomad de Karin Lowachee
Este relato sí que me ha gustado. Los humanos y las armaduras adaptables se fusionan creando un nuevo ser, pero persiste la individualidad de cada uno. El problema viene cuando uno de los dos muere. ¿Se busca la fusión con otro o se vuelven nómadas?
En esta historia de amor y traición, el final no será el que esperamos, pero es el más lógico.
Human Error de John Jackson Miller
Una guerra casi imposible de ganar sería aquella que nos enfrentara con una plaga que no piensa, pero que fagocita todo lo que se pone en su camino y que alcanza otros planetas a través del espacio. Los humanos en coalición con otras especies desarrollan una forma de eliminación quirúrgica de la plaga mediante soldados con armaduras especiales. El problema viene con los errores burocráticos, ya que alguien manda el equipamiento inadecuado y la armadura que se recibe es para otra especie no humanoide.
La historia de la plaga no es original (en los libros de Alastair Reynolds ya está presente) pero la forma de utilizar los recursos disponibles, sí.
Transfer of ownership de Christie Yant
Uno de los relatos más cortos de la recopilación, pero no por ellos menos interesante. Cuando muere el ocupante de un exoesqueleto e intentan volver a utilizarlo a la fuerza, ¿podrá resistirse o no tendrá voluntad de existir?
Es una pena que ya haya acabado el plazo de nominaciones para los premios Hugo, porque creo que esta novela de Adam Roberts se hubiera merecido entrar entre mis elegidos.
El autor plantea el libro como tres homenajes a la Edad de oro de las novelas de misterio y de ciencia ficción. De este modo, cada una de las tres partes que constituyen el libro se desarrollan como un caso típico de los libros de detectives: el asesinato en un habitación cerrada, el crimen que nadie pudo cometer en la casa de campo y el asesinato con un arma inexistente.
En todos los casos sabemos, o creemos saber quién es el asesino, el famoso Jack Glass, buscado en todo el sistema solar por sus crímenes contra la familia gobernante, los Ulanova.
El contexto en el que se desarrolla el libro es importante, la humanidad se ha expandido por el sistema solar, utilizando burbujas que sostienen la vida (recuerdan a La saga de las Burbujas de Vinge). Las diferencias sociales son extremas, entre la casta superior, liderada por la familia Ulanova y sus cinco familias auxiliares y los pobres que proliferan en las burbujas de más baja calidad, expuestos a la radiación y a todos los peligros de la vida en el espacio.
En la primera parte del libro, adecuadamente llamada In the box, siete convictos son encerrados en un asteroide con los dispositivos mínimos para sobrevivir a su condena de 11 años, el procedimiento estándar. Su tarea consiste en convertir en habitable el trozo de roca en el que están atrapados, encontrando hielo para beber y transformar en aire. De esta forma los comerciantes que los han llevado así consiguen beneficios de los trabajos forzados de los presos, si es que sobreviven. La convivencia es extremadamente dura y Roberts no se corta ni un pelo en explicar todos los pormenores de las relaciones que se desarrollan en el vacío.
Un preso que se hace llamar Jac ha sido atrapado en esta cárcel por error, pero sabe que cuando las autoridades se den cuenta de quién es volverán a por él, así que debe escapar de una prisión de la que es imposible huir.
Esta primera parte de la lectura me costó mucho trabajo, no porque no fuera interesante, si no por el nivel de crudeza y casquería que exhibe el autor. Demasiado para mi estómago. Aún así, seguí leyendo fascinada por el desarrollo de la historia.
La segunda historia, titulada The FTL Murders, se desarrolla en la Tierra. Las dos herederas (Eva y Diana) de una poderosa familia solo un escalón por debajo de los Ulanov pasan una temporada en la Tierra, adaptándose al pozo gravitacional que convierte todo movimiento en una tortura para alguien acostumbrado a la ingravidez. Las dos son extremadamente inteligentes, de hecho fueron creadas para orientarse a la resolución de problemas. Mientras Eva está realizando su séptima tesis doctoral sobre el fenómeno conocido como Champagne Supernova, Diana disfruta resolviendo los misteriosos asesinatos de un mundo virtual.
En los primeros días de adaptación, se comete un homicidio en la residencia de las hermanas. Uno de los sirvientes aparece muerto con el cráneo resquebrajado, y el arma del crimen es un pesado martillo que ninguno de los sirvientes (los únicos sospechosos, porque nadie más ha entrado o salido de la finca) podría manejar en esta gravedad. Diana se encarga de investigar lo sucedido, que por alguna extraña razón parece estar relacionado con la investigación de su hermana.
El desarrollo de esta segunda parte es todavía más interesante que la anterior, ya que aunque a priori puede parecer poco importante sienta las bases para el desarrollo de todo el libro.
La tercera historia, The impossible gun, se desarrolla en el espacio. Y no se puede contar mucho porque destriparía el fina del relato anterior, pero se puede decir que se narra una huida y hay una muerte provocada por un arma que no puede existir. Y también me gustaría mencionar que tiene un capítulo con un gran título-homenaje: “The murder of Roger RACdroid”.
La tercera parte, aunque también muy bien escrita y de una lectura difícil de dejar de lado es la que menos me ha gustado, porque me parece que tiene un final tramposo y que deja hilos sueltos que no sabemos si se finalizarán algún día. Este es el único impedimento que hace que no piense en el libro como excelente si no como muy bueno.
Como colofón, se incluyen dos historias adicionales en el mismo escenarios, escritas en verso por Roberts. Merecen mucho la pena y creo que voy a buscar algún libro más de él.
El domingo pasado finalizó el plazo para las nominaciones a los Premios Hugo. Aquí os dejo lo que finalmente voté. Viéndolo en retrospectiva aunque solo han pasado unos días a lo mejor cambiaría el orden de algún voto, pero por que las historias me han gustado tanto que es difícil priorizar.
Best Novel
Best Novella
Best Novelette
Best short story
ACTUALIZACIÓN: En las nominaciones no influye el orden de los votos, así que Aliette no ha sido perjudicada por mis arrebatos Sandersonianos.
Al hilo de este interesante artículo sobre detectives de ciencia ficción, se me ocurrió escribir una entrada similar, pero en este caso centrándome en los policías propiamente dichos, bien en su labor de investigación o en otros menesteres.
Los más famosos sin duda serán Elijah Baley y R. Daneel Olivaw, de Asimov. Elijah es un humano, policía de Nueva York, al que le encomiendan resolver un asesinato en “Las bóvedas de acero”. Como compañero tiene a R. Daneel, un robot que será fundamental en el desarrollo del universo de las Fundaciones del autor. Baley aparecerá en otras dos historias, “El sol desnudo” y “Los robots del amanecer”. Estos libros son con los que comencé en la ciencia ficción y les guardo un especial cariño.
Mi policía preferida, sin embargo, es Paula Myo, de las novelas “La estrella de Pandora” y “Judas desencadenado”, de Peter F. Hamilton. Paula proviene de un planeta en el que cada individuo es preparado genéticamente para su labor y la suya es ser policía. Tiene un estricto sentido del deber y la legalidad, está condicionada para ello y esto se muestra en cada una de sus apariciones en las extensas novelas.
En “Leviathan Wakes”, uno de los dos protagonistas es Miller, policía en Ceres. Pongo lo de policía en cursiva puesto que pertenece a una agencia privada, pero es que la seguridad en el asteroide está subcontratada. Miller ha de investigar un secuestro, pero su labor cambia radicalmente cuando entra en contacto con Holden.
El cuerpo policial más tristemente conocido sería la policía del pensamiento de “1984”. Estos se dedican a supervisar todas las conversaciones de las personas y en cuanto se sospecha que existe cualquier desviación de la conducta aprobada por el Partido, secuestran a los sospechosos y los torturan hasta que se quebranta su voluntad. Estremecedor.
Otro conjunto de policías, pero más amigables son los de “El sindicato de policía yiddish” de Michael Chabon, ganadora del Hugo, del Nebula y del Locus. Con esta excelente carta de presentación, poco se puede añadir.
Un autor que vuelve varias veces sobre los policías en su ciencia ficción es Philip K. Dick. Por ejemplo, en su relato “Minority Report” la policía utiliza a los precogs para combatir el crimen antes de que suceda. O en la novela, “Fluyan mis lágrimas, dijo el policía”, aunque ésta no la he leído, no he podido evitar incluirlo porque el título viene que ni pintado. En “Una mirada a la oscuridad” el protagonista pertenece a la brigada de narcóticos y sufre los efectos de la misma sustancia que persigue. El más popular de sus policías es Deckard, aunque en “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” el protagonista es un expolicía al que no se nombra y el nombre Deckard solo se utiliza en la película Blade Runner.
Si abrimos un poco el enfoque y en vez de hablar sobre libros comentáramos sobre comics, se me ocurren muchas más menciones, como el Juez Dredd, Valerian, agente espacio-temporal, los policías de Top 10… pero en este campo no sé mucho. Mejor se lo dejo a los profesionales.
¿Sabéis de algún policía más que se me haya pasado?
La fecha definitiva (10 de marzo) se acercaba y la infiltrada todavía no había leído todo lo que quería. El agobio era evidente. Las listas de recomendaciones pululaban por internet y su lector echaba chispas. Sus ojos enrojecidos rogaban por un descanso que no llegaba…
Esta burda dramatización puede servir como resumen de lo que han sido estos últimos días antes de mandar la papeleta con los nominados. He pecado de novata y se me ha echado el tiempo encima, así que no he podido leer todo lo que me ha llamado la atención, pero es que es imposible. Gente más experimentada que yo en esto me ha dicho que es normal, que el primer año te entran las prisas pero que lo que hay que hacer es disfrutar de lo que vas leyendo y no intentar acapararlo todo. Espero haber aprendido la lección para la próxima vez.
Como se dice en mi tierra “ni son todos los que están ni están todos los que son” pero creo que la selección ha sido interesante. Especialmente en las distancias cortas que las conozco menos he sido gratamente sorprendida por muchas historias, de esas que tienen un giro al final que te deja con un buen sabor de boca.
Apuntarme a los Hugo me ha servido para conocer a algunos autores que hubieran pasado desapercibidos para mí y que ahora tengo en mi lista de “seguir de cerca” (Aliette de Bodard, Jeff Salyards, Cixin Liu…). Y también para aumentar exponencialmente mi Pila física y virtual. Como se acerca el día del libro, en otro momento comentaré cuáles son mis peticiones para aprovechar el descuento de ese día.
Con las nominaciones ya mandadas, voy a aprovechar este tiempo de descanso para retomar otras lecturas que he dejado abandonadas en el frenesí de los Hugo, a la espera de que salgan los nominados definitivos y que llegue el Hugo Voter Packet, que será automáticamente incorporado en primer lugar de mi lista de lectura.
Estamos en plena fase final de nominaciones para los Premios Hugo, y aparte de saber que es materialmente imposible leer todo lo que nos pueda interesar y es nominable, lo que sí tengo claro son mis elegidos para el John W. Campbell, que como no dejan de repetir en todos lados, no es Hugo (vaya a ser que nos confundamos).
En esta categoría voy a nominar a tres autores noveles, me quedan dos huecos en la papeleta, pero no me ha sido posible leer más.
Hay otros autores que quizá hubieran podido entrar en mi lista, por ejemplo la muy recomendada Madeline Ashby con su vN o Tim Maughan, pero no ha habido tiempo material.
Actualmente parece haber una tendencia en la fantasía hacía escenarios distintos del típico entorno pseudomedieval europeo, como en “The Emperor’s Soul” de Brandon Sanderson. Pero creo que es la primera vez que leo algo parecido en el terreno de la ciencia ficción y no puedo estar más de acuerdo con el cambio de ambiente.
Aliette de Bodard es una escritora franco-vietnamita que ha tenido la gentileza de dejarme leer su novella para ver si la nominaba a los Premios Hugo. Esta mezcla cultural se nota en el libro, ya que bebe directamente de las tradiciones de Vietnam y de la indiscutible influencia china.
La historia que nos cuentan se sitúa en la estación espacial Prosper, a la que llega como refugiada Lê Thi Lihn, magistrada del vigésimo tercer planeta al que ha llegado la guerra. Allí es recibida por Lê Thi Quyen, que se encuentra a cargo de la estación en ausencia de su marido y de los otros responsables de Prosper, desplazados también por la guerra. La relación entre ambas mujeres será tensa y dará lugar a los conflictos que harán avanzar la novela, porque ambas recelan de la posición de la otra.
Mención aparte merece la propia estación, ya que es controlada por una Mente, la Honoured Ancestress, que recuerda en cierto modo a las Mentes de la Cultura, pero que es muy distinta por lo que nos deja entrever Aliette. Las Mentes nacen de mujeres humanas pero son preparadas para controlar las naves y las estaciones en un especie de simbiosis que me gustaría que se explorara más.
También me ha llamado mucho la atención la existencia de los implantes de memoria con los recuerdos y la personalidad de los antepasados, que aconseja en la toma de decisiones y que habría incluído en De implantes y cyborgs, si lo hubiera leído antes.
El comportamiento de los personajes me ha recordado también “Los caballos celestiales” de Guy Gavriel Kay, por el respeto a los antepasados y el uso de la poesía para la comunicación, por ejemplo.
Lo que no me ha gustado nada en absoluto es la portada, me ha recordado a una película hongkonesa de las de un euro el puñado. Es terrible.
En resumen, me ha encantado leer “On a Red Station, drifting” y la voy a nominar para los Premios Hugo. Espero ansiosa la publicación por RBA de Sirviente del inframundo, porque va a ser una compra segura.