Se ha hablado mucho y muy bien sobre esta primera novela de Ferrán Varela, así que tras la buena experiencia con La danza del gohut tenía buena predisposición para su lectura.
Lo primero que llama la atención es el cuidado lenguaje que nos muestra la novela. Por su ambientación y su clara inspiración en el imperio romano, se podía esperar unos giros un tanto arcaicos en los diálogos y descripciones pero no es eso lo más llamativo, si no la cuidadosa elección de cada palabra, unida a un vocabulario culto que se adapta muy bien al personaje protagonista de El arcano y el jilguero.
La novela es una historia de redención, si es que esto es posible para una figura casi mitológica como es el Arcano del Tormento famoso en todo el Imperio y sus aledaños por las torturas que inflige y su capa de rostros de víctimas de sus malas artes. Pero el mal absoluto no existe en la fantasía moderna y a lo largo del libro vamos descubriendo las verdaderas motivaciones de Mezen y en algún momento llegamos a empatizar con su causa. La idea sobre la que gira toda la narración es dilucidar si el fin justifica los medios. Un debate moral llevado con maestría por el autor, mostrándonos tanto el lado tierno de Mezen (por ejemplo en su relación con Susurro) como el más cruel y despiadado (cualquiera de sus escenas de tortura).
Me gustaría también hacer hincapié en el discurso sobre la ley y su aplicación que delata un poco la deformación profesional del autor y que me ha resultado muy interesante. Seguramente algún lector con más conocimiento del medio (no es que te esté mirando a ti, @mertonio, ¡no, qué va!) podría sacarle más provecho a estos comentarios pero en mí ha conseguido despertar la curiosidad.
Uno de los aspectos que menos me ha gustado durante la lectura es la gestión del tiempo, especialmente algunas elipsis brutales que no llegan a ser deus ex machina pero que se acercan peligrosamente a ese extremo.
El tratamiento de los protagonistas y secundarios que vamos conociendo a lo largo de la historia es muy complejo, dando lugar a personalidades profundas y polifacéticas. Me temo que se recurre demasiado a la violencia ejercida sobre las mujeres en forma de violación y sinceramente, preferiría que no se abusara de este recurso en la novela, ya que quizá haya otras formas de forjar la personalidad de los personajes femeninos.
Recomiendo sinceramente la lectura de El arcano y el jilguero para cualquier aficionado a la fantasía.