Leer la obra de Víctor Guisado no me ha resultado fácil. La he leído al principio del confinamiento y eso ha pesado gravemente en mi capacidad de concentración. A pesar de esta dificultad, he disfrutado enormemente con la bellísima prosa a la que nos tiene acostumbrados el autor. Mirad la primera frase del libro, para que sirva como ejemplo:
Mi hermano lleva enredados en su cabello cinco asteroides silenciosos, varias luciérnagas capitán y quién sabe cuántas metáforas de eco nulo.
No es fácil describir El Laberinto Invisible, ya que la originalidad de la propia obra impide clasificarla. Se puede decir que si te gustó Me tragó el igualma de seguro te encantará esta nueva novela, pero eso sería injusto para un lector que todavía no haya podido acercarse a su obra.
La historia que nos narra Víctor es la historia de dos hermanos mellizos, indisolublemente unidos por las circunstancias de su nacimiento pero también por las de su crianza, en un mundo aparentemente abandonado pero plagado de peligros y maravillas. La imaginación que desborda en cada página es trepidante y el lenguaje que utiliza para expresar sus ideas es aún más increíble.
El universo en el que se desarrolla esta huida hacia delante que tanto nos asombra está unido con los otros relatos del mismo autor, en un cosmos sorprendente que no deja de ampliarse ante nuestros ojos. Ver el mundo a través de los ojos de una niña nos permite asombrarnos con nuevos descubrimientos que quizá para otros fueran sucecos comunes, pero que se despliegan ante nosotros con apasionante detalle.
Se trata de un libro para leer de forma pausada e ir degustándola poco a poco, porque también es cierto que en ocasiones la prosa puede llegar a resultar agobiante, dependiendo del gusto de cada uno. Es una novela episódica, así que es recomendable espaciar cada capítulo para poder seguir disfrutando de la obra del autor extremeño.