He leído poco material publicado en Aristas Martínez, pero casi todo lo que me llega de esta editorial acaba siendo como mínimo sorprendente. Si algo caracteriza al sello es la transgresión de géneros y los lindes de estos con narrativa underground. La revista Presencia Humana Magazine es un claro ejemplo de un experimento que funciona, y proyectos como este le dan a la editorial una imagen muy destacada y fácilmente reconocible. Además sus publicaciones suelen ir acompañadas de ilustraciones. Todo esto se junta en un formato que aboga por la calidad del papel y la tinta. Una vez que tienes uno de estos libros en la mano sabes que es de Aristas Martínez y sabes que lo quieres. La editorial tiene un sello llamado Pulpas que se centra en la literatura fantástica desde una perspectiva weird aprovechando esta nueva corriente para explotar sus conceptos.
Laura Fernández es una de las autores que han entrado en este extraño catálogo con su novela El show de Grossman, ilustrada por Martín López. Anteriormente ha publicado en sellos como Seix Barral “Wendolin Kramer” y “La chica zombie” o “Bienvenidos a Welcome” en Elipsis.
La ciencia ficción y el humor se han dado la mano desde los inicios del género. La sátira y la metáfora sirven de herramientas versátiles para camuflar temas que podrían resultar menos interesantes contados de otra forma. Pero cuando una escritora hace de ello su universo metaliterario encontramos algo más. Un cosmos repleto de ideas y de conceptos nuevos. Conozco a Laura, me sé los títulos de sus obras, pero nunca me había animado a leer ninguna por razones aleatorias. Este es mi primer libro de Laura Fernández y estoy francamente impresionado.
Rethrick es un planeta rosa, el cielo es rosa y el mar es rosa. En él viven unos seres de tres ojos y dos antenas y en su gran mayoría están enganchados a un programa televisivo llamado el Show de Grossman. La Tierra es la protagonista de este programa y como tal siempre furor entre los rethrickianos. Por diferentes casualidades algunos personajes viajarán en el interior de Wendy, una nave espacial de lo más curioso.
El rethrickiano Matson Kastner es el protagonista de la novela. Organiza la comitiva que viaja a la tierra para poder conocer a su madre, una camarera terrícola de la que su padre, antiguo espía intergaláctico se enamoró de joven. Junto a él le acompañará su hipocondriaco amigo Dandy y dos admiradoras de la escritora Robbie Stamp.
Como ya he comentado antes, en las novelas de Laura se repiten algunos elementos o personajes, como la escritora Robbie Stamp. Como la autora comenta en su web, ya aparece en La Chica Zombie como la escritora favorita de Erin Fancher y como profesora de lengua, en Wendolin Kramer como ex profesora de inglés y en El show de Grossman como escritora que pasa desapercibida en la Tierra pero que en Rethrick es un enorme best seller. Probablemente y como en algunas declaraciones ha comentado la autora, Robbie Stamp sea una parodia o alter ego de si misma y del concepto que representa como escritora.
Rethrick tampoco es un lugar nuevo para la autora. Ya ha publicado hasta la fecha unos cuatro relatos ambientados en este planeta tan curioso y a la vez tan similar al nuestro publicados en la revista Quimera. El show de Grossman es la primera novela ambientada en el lugar.
Además de Kastner y sus amigos y la nave espacial Wendy, tenemos a Austin Grossman, presentador de programa de televisión, su ayudante guionista y sirviente, Wilder Kastner; un robot tatuado; Gostard, un contrabandista de objetos de la tierra; la agente Darlene Klaus… El coro de personajes forman una trama llena de líos y consecuencias a cual más absurda acabando en escenas hilarantes.
Al empezar la novela me vino a la mente Douglas Adams con su Guía del autoestopista galáctico, a Robert Sheckley y Trueque mental o a un autor que leí recientemente, Víctor Nubla con El regalo de Gliese publicado de hecho en la colección Pulpas de Aristas Martínez. Pero si en algo destaca Laura Fernández es en crear un sello propio. Intercalando onomatopeyas para describir escenas, el estilo se muestra directo y descarado. No hace falta más que mirar la portada para imaginar que nos va a deparar el interior, una historia pulp repleta de referencias freaks (Grossman significa hombre gordo en alemán). Toda la novela está plagada de nombres curiosos sacados de la cultura pop estadounidense y de guiños a series televisivas de la misma.
Otro sello representativo de la autora son los diálogos. Frases breves, directas y muy humanas. Nada de frases lapidarias, nada de sentencias memorables. Intercalando el diálogo con los pensamientos de los personajes y con narración de la propia autora son diálogos que funcionan con mucha fluidez. Estos diálogos podrían recordar a los de otras novelas de humor, lo absurdo, lo hilarante, entrelazar dos diálogos diferentes (un personaje habla de una cosa y el otro le contesta sobre otro tema), y formar una amalgama surrealista. Esto es algo que se construye de diferentes formas en novelas como Trueque Mental o El regalo de Gliese pero con gran personalidad, Laura sabe crear diálogos personalizados y muy, muy curiosos.
Quizá cabría destacar que la trama al principio es muy abstracta e incluso desordenada, la sucesión sin cesar de diferentes escenas sin aparente conexión y la presentación de muchos personajes casi de forma atropellada dificulta la inmersión en la historia. Pasadas unas cuantas páginas y acostumbrados al formato la novela se lee de forma fácil. Los continuos cambios de escenario en cambio pueden ser un incordio cuando estamos intentando habituarnos al acelerado ritmo de la novela y de los sucesos. Esto además de una prosa limpia de decoración y envoltorios.
En conclusión, creo que el estilo de Laura funciona mezclando el humor de ciencia ficción con lo freak. Detalles de cultura pop con estereotipos trillados de la ciencia ficción (llamar marcianos a alienígenas que no son de marte) crean una atmósfera mordaz. El show de Grossman es una novela divertida e incluso surrealista que hará las delicias de todos aquellos que disfrutamos tanto leyendo historias pulp y de humor marciano. Y como ocurre a menudo, el humor solo trata de enfocar desde otra perspectiva temas como las relaciones entre padres e hijos, la droga de la prensa rosa y la tan trillada búsqueda del amor. Una novela que no puede pasar desapercibida para el lector curioso y ávido de nuevas formas de contar historias.