Sofía Rhei (Madrid, 1978) es poliédrica, una y muchas al mismo tiempo. Esta afirmación no es gratuita, sino que se deduce de una trayectoria que, en realidad son varias, porque todo depende del perfil que adopte esta licenciada en Bellas Artes. Sofía es poeta, ilustradora, traductora, narradora, lectora y scout editorial, tiene el premio literario Zaidín de Poesía Javier Egea en su haber, es una y es otra. Guarda una personalidad ficticia bajo la manga, la de Cornelius Krippa, con la que escribe para Montena la serie de libros infantiles Krippys (Las gafas más raras del mundo, Problemones y Problemazos, Día de lunáticos, El refugio de los monstruitos, y Una misión explosiva). Aunque quizás sea Cornelius la personalidad real y Sofía la ficticia.
Sus poesías palpitan desde las páginas de Las flores de alcohol (Ed. La Bella Varsovia), Química (El Gaviero Ediciones), Otra explicación para el temblor de las hojas (Ayuntamiento de Granada), Alicia Volátil (El cangrejo pistolero), Bestiario microscópico (Sportula) o las colecciones de poemas Antolojaja (La flauta mágica), Todo es poesía menos la poesía (Editorial Eneida) y Aldea poética III (Ministerio de Cultura). Las Ciudades Reversibles (UCLM), Flores de la Sombra (Alfaguara Juvenil) y su secuela Savia Negra, El joven Moriarty y el misterio de dodo, El joven Moriarty y la planta carnívora (Fábulas de Albión), Cuentos y leyendas de objetos mágicos (Anaya), son sus incursiones en narrativa, aunque hay relatos suyos en antologías como Más allá de Némesis (Sportula) o la revista Presencia Humana (Aristas Martínez).
De toda su obra, he podido disfrutar de la novela juvenil Flores de la Sombra, del poemario Bestiario microscópico y del relato “Calipso” de la antología Más allá de Némesis, coordinada por Juan Miguel Aguilera. Vaya por delante que no soy aficionada a la literatura YA o young adults (como los anglosajones gustan de llamar a este género) y que muchos de los tópicos que suelen incluir –amores adolescentes precedidos de flechazos, protagonistas femeninas con secretos ocultos, personajes masculinos apolíneos- ejercen sobre mí la misma atracción que el aceite de ricino. Por ello, intentaré hablar de la novela de Rhei dejando a un lado mis prejuicios.
Flores y planetas
La acción se reparte entre dos escenarios claramente diferenciados: el mundo real, en el que la adolescente protagonista –Hazel- se enfrenta a un conflicto personal cuando tiene que mudarse con su madre a un lugar perdido de la Norteamérica profunda; Feeria, un reino en una dimensión paralela cuyos habitantes son heléboros, seres antropomorfos y mágicos intrínsecamente relacionados con el mundo vegetal. La prosa de la madrileña es fluida, capaz de crear un mundo a medio camino entre el circo y la botánica, con sus mitos y sus leyendas propios. Cuando ambas dimensiones chocan, eventos terribles tendrán lugar, y la protagonista deberá tomar decisiones que cambiarán su futuro. De alguna manera, la historia de Hazel es como la de cualquier adolescente: se trata de un ser fuera de contexto, que busca la aceptación de los demás y la suya propia, que se siente inmersa en cambios “estructurales”, y que comienza a tomar decisiones y a adquirir responsabilidades. Los personajes del mundo real creados por Rhei responden a la perfección a los clichés que suele incluir la literatura juvenil para jovencitas. Con esta afirmación no critico la apuesta de Sofía, aunque yo me quedo con Galmax o Eric, el Erizo, y el resto de habitantes de Feeria, mucho más transgresores y llenos de matices. La fuerza de la autora reside en su capacidad para crear una mitología propia, con una lógica interna sólida, un reparto de personajes que responden a las expectativas de la audiencia a la que se dirige la obra, descripciones detalladas y sinestésicas y una trama repleta de acción, a pesar de un final predecible (que también entra dentro de lo esperado en este tipo de novelas).
“Calipso” es la historia de unas vacaciones: la casualidad acerca dos seres solitarios que permanecen varios días-J intercalando sexo con otras actividades lúdicas. Georg, un humano adaptado y hermafrodita, elige la luna de Saturno para vacacionar y Nut, un ajolote o humano no modificado, se convierte en su compañero de cama. El relato es una narración en primera persona en la que Georg reflexiona sobre el acercamiento entre las dos especies, explicando su diferencias y semejanzas desde el punto de vista tanto fisiológico como emocional. El sexo es la vía del encuentro, va más allá del placer esporádico y recupera sentimientos adormilados. La felicidad es más una cualidad instantánea que un lugar permanente. El lenguaje utilizado por la autora es certero, muy pensado, repleto de contenido existencialista que hace pensar y sentir al mismo tiempo. En mi humilde opinión, es uno de los mejores relatos de Más allá de Némesis por su profundidad y capacidad evocadora.
He tenido la suerte de haber contactado con Sofía a través de la redes sociales y ella, con gran generosidad y mejor disposición, ha accedido a responder a un puñado de preguntas que me han asaltado al leer sus obras. Quiero agradecerle su paciencia infinita conmigo, así como la labor de mi amigo Elías Combarro al frente de Sense of Wonder que, como siempre, me cede su casa para publicar esta entrada en inglés.
Cristina Jurado: Confieso que empecé a interesarme por tu obra tras leer “Calipso”, uno de los relatos incluidos en la antología Más allá de Némesis de Sportula. Fue uno de los que más me gustaron, y decidí seguirle la pista a esa autora de cuyo nombre ha huido la “h” para instalarse en su apellido. Sofía Rhei. Cuando la gente me pregunta por qué me gusta la ciencia ficción, les contesto que es porque la ciencia ficción de calidad trata de los sentimientos de manera que la literatura costumbrista o realista no puede hacerlo. ¿Por qué escribes género? ¿Qué hace que la fantasía, la ciencia ficción y el terror sean tan especiales y les dediques tus esfuerzos creativos?
Sofía Rhei: Por una parte, la fantasía y la ciencia ficción aumentan exponencialmente el número de puntos de vista posibles desde los que se pueda narrar una historia. Nada puede hablar mejor de las situaciones sociales y personales que contemplarlas desde fuera, con el extrañamiento de un ser que no comparta los mismos condicionantes y mecanismos rutinarios. Por otra, creo que la ficción especulativa permite dibujar, precisamente, un tipo diferente de convenciones a través de las cuales poner en cuestión aquellas en las que estamos presos. Por última: son los géneros que más me han atraído como lectora desde pequeña, y creo que una debe escribir cosas semejantes a las que se leen, se conocen y se disfrutan genuinamente.
CJ: Flores en la Sombra es la primera de una serie de novelas que diriges a una audiencia juvenil (Savia negra es la segunda y creo, si no me equivoco, que hay una tercera en preparación). En algún momento me comentaste que el género juvenil (YA para el mercado anglosajón) tiene sus propias reglas. ¿Cuáles son? ¿El romance juvenil debe estar presente? ¿por qué? (off de record, este es un tema sobre el que hemos debatido en la trastienda de El Fantascopio)
SR: Soy lectora profesional de literatura juvenil desde hace varios años, y después de pasarme un par de ellos frecuentando este tipo de libros me animé a escribir uno. En este caso, se trata de una fantasía de tintes ecológicos: en ella aparecen unos seres llamados “heléboros”, descendientes humanoides de las plantas, que, en su manera de pensar y de actuar, siempre privilegian a estas sobre los animales evolucionados, a los que tienen condenados a una especie de “guettos”.
Efectivamente, los libros juveniles tienen que tener un lenguaje y una trama adaptados a un lector más joven, y parece casi imprescindible incluir una trama aunque sea tangencialmente romántica en ellos. Espero que este nivel lector (no creo que se trate de un “género”) siga abriendo su abanico de posibilidades. Las reglas de YA son que los protagonistas tengan entre 15 y 19 años, y que el nivel de lenguaje y complejidad argumental sean accesibles a cualquier lector. La realidad del mercado es que el 80% de los libros son de marcado carácter romántico, tanto en la vertiente realista como de fantasía, y que la ciencia ficción apenas existe si o es en forma de distopía sencilla.
CJ: He leído en alguna entrevista tuya que uno de tus debilidades es Japón. Me permito recomendarte un libro que he leído hace poco: Self-Reference Engine del japonés Toh EnJoe. Se trata de uno de los nominados de este año para el premio Philip K. Dick, y su estructura fragmentaria levanta ampollas entre los aficionados. Entiendo que te interesa la experimentación y por eso me atrevo a sugerirte este título lleno de humor, surrealista a veces, existencialista y Hard otras. ¿Para cuándo una novela tuya de ciencia ficción para adultos?
SR: Respecto a Japón, tengo varias ediciones de los libros medievales de damas de corte, una colección bastante completa de las obras de Kawabata, Mishima, Tanizaki e Ishiguro, y varias recopilaciones de poesía, muchas de ellas en las magníficas ediciones críticas bilingües de Hiperión. Además, he seguido varios manga con interés. Los libros antes mencionados, así como las películas de Hayao Miyazaki, me causan una emoción que no soy capaz de encontrar en ningún otro lugar. La mitología nipona, con ese animismo fascinante, sus conceptos de belleza, a veces tan distantes a los nuestros, su observación de los ciclos naturales, son una fuente riquísima de estímulos para la imaginación y el pensamiento. Me apunto la recomendación porque creo que es exactamente el tipo de libro con el que podría disfrutar mucho.
Respecto a proyectos de este género en el futuro, ahora estoy terminando una novela de fantasía especulativa para adultos, y mi siguiente proyecto adulto es de ciencia ficción, ambos con una veta importante de humor.
CJ: He leído Bestiario Microscópico. Me ha recordado al Cronocopio de Cortázar, el dibujo marginal, el poema sin rima. Reconozco que la poesía me impone, no porque considere que se trata de un género difícil (solo lo es si uno se empeña en que así sea). Es cierto que quiere de un trabajo de interpretación por parte del lector mucho más activo que una novela (hay excepciones, por supuesto) pero me impone porque entiendo que el poeta se desnuda de manera casi integral, revela muchas de sus obsesiones, intereses y miedos, sus querencias y debilidades. Asomarme al poemario de un autor me resulta casi una intrusión en su vida privada. ¿De qué manera crees que la vertiente poética de tu obra influye en el resto?
SR: Este es mi poemario más frio y menos emocional, pero bien cierto es que siempre se cuelan cosas que pueden ser objeto de pudor. Por otra parte, no sé si existe el libro que no nos cuente, transversalmente, cuales son las filias, fobias, afinidades y maneras de estar en el mundo de su autor. El “bestiario microscópico” parte del hallazgo de que la palabra más polisémica del idioma castellano es, precisamente, la palabra “punto”; y de todas las reflexiones acerca de la relatividad de tamaños que eso me provocó. Es cierto que la poesía posee un grado de encriptación superior al de la mayor parte de los textos narrativos, y que al lector de poesía se le pide una participación más creativa en el proceso de lectura.
CJ: Una constante en mis entrevistas es mi interés por el proceso creativo. He leído que eres pseudo-sinestésica, y percibes letras y números cargados de un color. ¿Es para ti la literatura una forma de mostrar el color de las historias? ¿Cómo abordas el proceso de escritura desde que concibes la idea hasta que entregas el manuscrito?
SR: Sí, desde que puedo recordar mi mente le ha adjudicado un color a cada número y a cada letra, lo que hace que cada uno tenga una entidad particular y me facilita mucho recordar secuencias de estos. El color de las cosas, y el porqué del color, han sido temas que me han interesado siempre, y que tuve la oportunidad de estudiar en Bellas Artes. Además de lo que seguramente no pueda evitar, hago un esfuerzo consciente porque en mis libros aparezcan menciones a los cinco sentidos.
CJ: ¿Qué crees que es necesario para que un personaje sea creíble?
SR: Como lectora, estoy convencida de que la creación de personajes es lo más difícil de todo el proceso de escritura. Los maestros en la caracterización, aquellos capaces de hacernos comprender a un personaje con solo un par de pinceladas, suelen ser grandes psicólogos “naturales”. Como creadores de personajes, tengo una debilidad por los británicos, con ese punto de exageración o caricatura que consigue reflejar tan rápidamente las debilidades humanas.
CJ: Estoy convencida de que las lecturas y los autores que influyen a un escritor dicen mucho de él. Me gustaría que me dijeras qué lectura de género consideras la más influyente en tu obra y por qué. También me gustaría que lo hicieras con la obra fuera de género que creas que te haya influido más.
SR: Mis novelas preferidas de género especulativo seguramente sean, sin pensarlo mucho: El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo (Angela Carter); Galveston (Sean Stewart); Tiempos de Gloria (David Brin); Las ciudades invisibles (Italo Calvino); La era del diamante (Neal Stephenson); Gormenghast, (Mervin Peake); Todos los libros (Terry Pratchett); Connie Willis, Ray Bradbury, Douglas Adams, Diana Wynne Jones. Aún sin traducir al castellano: Lost futures (Lisa Tuttle); las series Unquenchable fire (Rachel Pollack) y Never the bride (Paul Magrs). Las obras fuera del género que más impacto me han causado son las de divulgación científica: Maurice Maeterlinck, Martin Gardner, Oliver Sacks, Penrose, el propio Asimov…
CJ: ¿Consideras que ser mujer ha influido a la hora de que publiques? ¿te has encontrado con dificultades añadidas por ser mujer?
SR: En el mundo de los libros para niños y adolescentes, ser mujer es una ventaja. En el de la poesía, con jurados muy frecuentemente compuestos por 5 hombres y un aparato crítico muy masculinizado, hay un debate de género constante y muy cansado, cuesta mucho trabajo abrirse camino en ese mundo cerrado tan y endogámico. Sin embargo, creo que en mi caso me aparta mucho más de los cánones establecidos la voluntad experimental. En el mundillo de la ciencia ficción y fantasía, creo que hay muchas ganas de leer cosas escritas por mujeres y que se nos acoge con mucho interés.
CJ: Eres lectora, scout, traductora, autora e ilustradora. Desde tu punto de vista ¿cómo ves el panorama actual de la ciencia ficción, la fantasía, y el terror en nuestro país?
SR: Muy fértil y rico, con mucho para elegir. Además de los autores de referencia, como José Carlos Somoza, Elia Barceló, Juan José Millás, Pilar Pedraza, Rafael Marín, Joan Manuel Gisbert, Juan Miguel Aguilera, Eduardo Vaquerizo o José Antonio Cotrina (entre otros muchos), creo que un síntoma de salud es que aparezcan escritores de subgéneros: retrofuturismo castizo (del mencionado Eduardo Vaquerizo), fantasía-terror (Santiago Eximeno), fantasía literaria weird (Marian Womack), fantasía surrealista para adolescentes (Laura López Alfranca), space-opera erótica (Amaya Felices), largo etc.
CJ: Los nuevos métodos de publicación tales como el crowfunding, la auto-publicación y la co-publicación, ¿crees que benefician o perjudican a la literatura?
SR: Depende de cada caso. En general, mejoran la accesibilidad, pero empeoran el trabajo de edición y el acabado, a veces de manera drástica. Soy partidaria de ir probando formatos y fórmulas, pero de concienciar a los lectores de que la piratería es devastadora para los autores, que somos los peces más pequeños de la pirámide trófica del mundo editorial y los más perjudicados por las descargas ilegales.
CJ: Las redes sociales permiten establecer una relación directa entre autores, entre autores y lectores, y entre fans del género entre sí. ¿Cómo describirías el papel del fandom español en relación a la literatura de género?
SR: Por la experiencia que tengo, creo que el fandom permite que sobrevivan editoriales que sin un grupo de gente tan nutrido y entusiasta tendrían una vida muy corta. Muchos fans son también lectores beta, que es una de las tareas más importantes en el proceso de edición de un libro. El mundillo de los festivales de género es fértil y cómplice en general, y creo que conocer en persona a personas con gustos afines es enriquecedor.
CJ: Me gustaría que, para terminar, hablaras de tus proyectos de cara al futuro, y que nos anunciaras alguna primicia.
SR: Además de las novelas en preparación antes mencionadas, he entregado varios relatos para recopilaciones que aparecerán el año que viene. Como primicia, os cuento que estoy trabajando en un juego de tablero.