Como ya avisamos, está disponible para su descarga gratuita el podcast con el libro Ghost train to New Orleans. Aprovechando esta oportunidad y como había disfrutado The shambling guide to NYC no dudé en escuchar esta nueva entrega de Mur Lafferty.
El mundo está lleno de monstruos que comen humanos para alimentarse, solo que no somos conscientes de ello. Además, exite toda una infraestructura dedicada a suministrar lo necesario para su subsistencia a zombies, vampiros… para que no acaben con la población humana, ya que al fin y al cabo los necesitan para “vivir”. O “no morir”. O lo que sea.
La autora sigue expandiendo este mundo que ya conocimos en la primera entrega de la serie, sin perder fuerza alguna, aunque ya no sea una novedad. El cambio de localización a una ciudad tan multicultural y mágica como es Nueva Orleans le sienta muy bien a la historia. Además, empezamos a conocer más detalles sobre los citytalkers, humanos con capacidad para hablar con las ciudades. Aparte de esta cualidad, la protagonista va descubriendo poco a poco la historia de su “raza”.
El humor está muy presente en toda la obra, pero me parecen especialmente divertidos los momentos en los que Gwen, una diosa de la muerte galesa con siglos de vida intenta hacer bromas. Y es que el humor parece algo connatural al ser humano, no a seres todopoderosos.
Un defecto que se le puede achacar a la novela es que en algunos momentos parece más un libro de transición que una historia en sí misma, ya que aunque tiene un desarrollo y un desenlace claro, muchas de las tramas que van avanzando parecen preparadas ex profeso para dejar el terreno dispuesto para otra entrega. Especialmente la relación de Zoe y Arthur queda pendiente de un hilo.
En algunos momentos las situaciones rozan lo absurdo, con Zoe bebiendo más de la cuenta y enfrentándose a sus propios colaboradores. Estas escenas han sido las que menos me han gustado.
En definitiva se trata de un libro que se lee rápidamente y que entretiene. No dejará mucho poso, pero no es su objetivo.
2 respuestas a «Ghost train to New Orleans»