Esta novela de Charles Yu siempre había llamado mi atención, pero de alguna manera no encontraba el momento para leerla. Finalmente, animada por la recomendación de mi amigo Elías Combarro, le di la oportunidad que se merecía.
Nos encontramos con una estupenda una obra sobre viajes en el tiempo, donde se ha generalizado el uso de máquinas que permiten viajar al pasado (el futuro sigue siendo inaccesible). Y a pesar de que la parte especulativa sobre cómo podría funcionar “teóricamente” un invento de este tipo es bastante sólida, no es la baza principal de la novela, aunque me apasiona el tratamiento de las paradojas temporales que lleva a cabo el autor. Y es que How to Live Safely in a Science Fictional Universe es un maravilloso ejercicio sobre las consecuencias de la culpa y el remordimiento en la psique humana.
El protagonista es Charles Yu, un técnico de las propias máquinas y la narración está escrita completamente en una primera persona que consigue transmitir muchos de los sentimientos del propio Yu al lector. Es cierto que hay algunos conatos de humor que pueden servir como contrapunto a una historia que por momentos resulta deprimente, pero cuando el humor principalmente se basa en un autodesprecio bastante afilado, no hace si no cimentar la empatía que acabamos sintiendo por Yu.
También es fundamental hablar sobre la relación padre-hijo que se desarrolla ante nuestros ojos, cómo la obsesión por el tiempo y sus entresijos impide que se despliegue de una forma sana. No deja de resultar irónico que tenga que dedicar tanto tiempo para la creación de la máquina para conseguir el tiempo que quiere ofrecerle a su familia. Esta paradoja no nos es para nada desconocida en el mundo moderno y es una de las lecciones que podemos aprender con la lectura.
En esta ocasión, he disfrutado de la versión en audiolibro de la novela, narrada por James Yaegashi, que tiene una dicción muy clara y que “actúa” en la historia, algo que cada vez me gusta más.
Muy interesante, sobre todo, por ver esa explicación sólida de máquina temporal, aunque solo sea al pasado. Un abrazo 🙂
Gracias por pasarte a comentar, te echábamos de menos.