Parece que Aliette le va cogiendo el gusto a reescribir historias mundialmente conocidas pero añadiendo detalles de su propia cosecha. Después de cambiar la historia de Sherlock y Watson, ahora le toca el turno a un cuento infantil, La bella y la bestia.
Un autor que revisita un relato ya conocido forzosamente ha de sumar nuevos elementos a la ecuación para hacerla interesante y De Bodard lo consigue con dragones, razas invasoras y medicina, de una forma muy atractiva y que se lee en un suspiro.
Sus raíces vietnamitas vuelven a hacerse patentes en el uso de distintos pronombres para reflejar la escala de respeto debida a los superiores y vemos cómo evoluciona la narración a través del propio cambio de estos pronombres. Esto es solo un ejemplo de la estupenda prosa de Aliette, que para mí alcanza su punto álgido en la descripción de la biblioteca cuando la descubre Yen (que representa el papel de Bella). Admito que no soy imparcial ni con la obra de Aliette ni con el hecho de describir una biblioteca, pero esas frases son capaces de llevarme a otro mundo y hacerme desear poder visitar ese templo del saber.
También me encanta el tratamiento de la medicina, combinado acupuntura, saber tradicional y la más moderna tecnología de la que se puede disponer para combatir el desequilibrio de los humores que provoca enfermedades. Ser capaz de combinar la sabiduría antigua con los virus modificados genéticamente no debe haber sido fácil pero Aliette ha conseguido que esta mezcla aparentemente indisoluble fluya como un solo líquido perfectamente combinado.
In the Vanisher’s Palace también refleja el poder corruptor del poder, sobre todo cuando se ejerce sin tener en cuenta el bien común, solo el propio. Es un estado que se retroalimenta, de forma que cada decisión egoísta da pie a una nueva elección que nos precipita por el mal camino. ¿Qué se puede hacer para evitar esta espiral descendente? La autora nos ofrece una solución aparentemente insensible, pero que acaba resultando acertada.
Leer In the Vanisher’s Palace ha resultado un placer, que no por esperado deja de ser agradable. Necesitamos más Aliette de Bodard en nuestras vidas.
Algún día debería leer más de Aliette, que ‘Tres tazas de aflicción a la luz de las estrellas’ me gusto mucho <3
Claro que sí.