Infinite Detail es una novela contada a través de dos líneas temporales una antes y otras después del colapso de las redes de comunicación. En parte es una novela postapocalíptica si consideramos el fin de la civilización tal y como la conocemos como un apocalipsis, pero aunque las condiciones de vida son duras y los fascismos resurgen, no es que la humanidad corra peligro de extinguirse.
Aunque el comienzo de la novela es un tanto místico, con peregrinaciones para visitar a una artista que es capaz de recrear los últimos instantes de los fallecidos, en realidad nos encontramos ante una historia de futuro cercano, tan cercano como nos podamos imaginar. Es una crítica despiadada contra la falta de intimidad y la utilización de los datos de usuarios para alimentar los algoritmos de las Smart Cities. En algunas ocasiones Tim Maughan roza el adoctrinamiento pero estos bordes afilados se pueden esquivar si nos tomamos el libro como un aviso de la situación actual.
Es un escenario terrorífico por lo verosímil que resulta, ya que ahora mismo la economía mundial depende en gran medida de las redes de telecomunicaciones.
El estilo de Maughan es bastante seco y directo, probablemente influido por su labor periodística. Lo que no consigue es que logremos empatizar con los personajes, que parece estar colocados cuasi aleatoriamente para tener los encuentros oportunos que le permitan ir avanzando la trama.
Estamos ante una novela con mensaje, pero que no está acompañada por una narración agradable que haga llegar este mensaje con más facilidad o con unos personajes que nos lleguen a importar que consigan el mismo objetivo. Se acerca más a un ensayo que a una novela, pero no acaba de decidirse por ninguno de los dos caminos y por ello se resiente. Se podría comparar con algunas obras de Cory Doctorow así que si te gusta ese palo, probablemente disfrutes este Infinite Detail.