Los universos múltiples quizá sean uno de los tropos más utilizados de la ciencia ficción, principalmente porque dan muchísimo juego a la imaginación desbordada de un autor. Cualquier cosa que puedas imaginar está a solo salto de página. M.R. Carey aprovecha esta circunstancia para presentarnos una novela muy entretenida, escrita con mucho oficio que si bien no llega para revolucionar el mundo de la ciencia ficción si que cumple de manera excelente su labor como introducción a una nueva serie, dejándonos con ganas de más.
En Infinity Gate la científica Hadiz Tambuwal descubre casi sin querer la que podría ser solución para la crisis ambiental y de recursos que sufre su planeta, al descubrir nuevas tierras vírgenes que se podrían explotar. Por desgracia, su revelación llega un poco tarde y se verá obligada a hacer uso de su invento para poder seguir viviendo, no para salvar el planeta.
Lo que Hadiz no sabe es que ya hay un régimen establecido en las múltiples tierras que resultan de interés, el Pandominion, que domina con férrea mano la posibilidad de viajar entre mundos, pero un error burocrático la salva de una terrible persecución en primera instancia.
Sin entrar en demasiada profundidad en la trama del libro, para evitar destripes y para que el futuro lector lo descubra todo por sí mismo, bastará con decir que la explicación que Carey se saca de la manga para los multiversos es mezcla de tecnojerga y suspensión de la incredulidad, pero aceptando esta premisa, nos veremos embarcados en una aventura muy atractiva con una marcada crítica al militarismo y la colonización. Carey a veces se enreda demasiado, como cuando explica algo innecesario como la diferencia entre magnitudes escalares y vectoriales, pero por lo general va directo al grano.
También resulta de especial interés la presencia de una inteligencia artificial que se va desarrollando con la ayuda de Hadiz y que colabora estrechamente con ella a lo largo del libro. Como estamos ante la primera entrega de una serie que nos permite conocer el universo y los personajes con los que el autor nos narrará lo que tiene en mente, es fácil suponer que su presencia irá cobrando importancia en las siguientes entregas. El escritor maneja a los tres personajes principales con buena mano y equilibrio para mantener el interés, aunque hay que reconocer que las “actuaciones” de algunos personajes secundarios también resultan memorables.
En resumen, Infinity Gate me ha parecido una estupenda puerta de entrada (guiño, guiño, codazo, codazo) a una nueva serie que espero que dé mucho de sí. Estoy deseando leer la siguiente entrega.
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