Como parte del especial que el Fantascopio dedica al papel de la mujer en la literatura de género, he decidido reseñar la novela The Golem and the Djinni, que sonaba bastante para los premios Hugo de este año, escrita por la debutante Helene Wecker.
La novela sigue las andanzas de una golem y un djinn en la Nueva York de finales del siglo XIX y principios del XX. La golem fue creada de forma específica para servir a Otto Rotfeld, que quería una esposa e ir a América, pero ¡ay! su dueño fallece durante la travesía justo en el momento en que despierta a la golem.
Esto nos deja con una golem que puede leer la mente de la gente y tiene una compulsión casi irresistible para cumplir los deseos que percibe en los demás. Justo en este instante veo a Wecker pensando: esto se va a liar, pero con un par de frases se quita el problema de encima, y a muchos lectores también, y nos dice:
“One man, weaving drunk, grinned at her and approached, his thoughts bleary with lust. To her surprise she realized this was one desire she had no wish to fulfill”.
La caracterización de la golem es, como poco, curiosa, domina todos los idiomas de la gente con la que interactúa y sabe lo suficiente de la sociedad para no resultar demasiado extraña, pero de vez en cuando sorprende con detalles culturales o materiales que desconoce, como por ejemplo, no sabe exactamente que es el dinero que la gente tiene constantemente en la cabeza, aunque en cambio sabe lo que es un vestido. Un poco torpe. Afortunadamente sólo le dura un par de capítulos y luego ya sabe de todo, con algún chispazo de vez en cuando, para dar sabor.
Casi lo primero que le ocurre a la golem al llegar a la ciudad es encontrarse con el rabino Avram Meyer, que la reconoce como lo que es y la toma bajo su protección. La prepara para que intente dominar la pulsión de satisfacer los deseos de los demás y le busca un trabajo en una panadería. Esta situación satisface a la golem, que se adapta a su trabajo sin buscar otra salida a su vida. Su empleador está más que satisfecho, de hecho, estoy seguro que sueña con encontrar a más empleadas como ella. No habla, hace su trabajo con precisión de autómata (Incluso se equivoca de vez en cuando para no llamar la atención), no come, no se distrae: el perfecto robot.
En el campo contrario tenemos al djinn. Como buen genio aparece de su correspondiente lámpara, aunque en este caso se trata de una simple vasija y curiosamente también es poseedor de glosolalia, de la que dará muestras a la menor ocasión. El mejor poder para integrarte una sociedad sin levantar sospechas. Aparece en la tienda de un hojalatero, Boutros Arbeely, cuando éste reparaba la vasija donde estaba prisionero. Después del susto, Arbeely reconoce al djinn por lo que es (os suena esto) y le ofrece trabajo en su tienda, aprovechando las habilidades de elemental de fuego que es el djinn. Djinn que está atrapado en un cuerpo humano desde que fue capturado por un mago hace siglos, aunque el pobre no recuerda nada desde que le capturaron.
Ambos personajes, cada uno por su lado, se integrarán con más o menos fortuna, uno en el barrio judío y el otro en el barrio sirio de Nueva York, e iremos siguiendo su día a día hasta su encuentro inevitable. Inevitable, por que ninguno de los dos duerme y por las noches se aburren como ostras. A partir de su encuentro, y antes en el caso del djinn, la autora se recrea en sus paseos nocturnos por toda Nueva York, el metro, central park, etc …
Y ya ha pasado media novela o casi tres cuartos, y por fin aparece Schaalman, el creador del golem, que ha tenido un pálpito (odio las revelaciones a través de sueños que no tienen ninguna justificación) que le ha dicho que en Nueva York está lo que busca desesperadamente. La inmortalidad. Schaalman, el mago judío, experto en la cábala y otras clases de magia prohibidas, que en un final apresurado de novela aporta un poco de acción a la historia.
Y digo apresurado, porque el ritmo de la novela es pausado, lento incluso, aunque no se hace pesado en ningún momento. La autora consigue que las descripciones y las acciones de los personajes sean lo suficientemente entretenidas para que vayas girando páginas sin que te des cuenta; sin embargo, el final es como subirse al metro y llegar a tu destino sin paradas.
Una novela entretenida, que gustará a los amantes de las novelas costumbristas. Se centra más en la vida de los inmigrantes en Nueva York de principios de siglo XX y en las dificultades que tenía que afrontar una mujer en esa época, que en la trama fantástica o la magia, que son detalles secundarios.
Y hasta aquí la reseña … pero y siendo parte de un especial de escritoras y género, me he decidido a examinar más atentamente la caracterización y el desarrollo de los personajes principales, tanto masculinos como femeninos. Claro está, esto implica MULTITUD DE SPOILERS. Avisados quedáis.
Resumiendo serán los siguientes: Chava, la Golem; Ahmad, el Djinn; el Rabino Avram Meyer; Michael Levy, el sobrino del rabino; el mago Yehudah Schaalman; Sophia Winston; Boutros Arbeely; Maryam Faddoul; Anna Blumberg, y Fadwa al-Hadid.
Empezaré por los personajes secundarios e iré subiendo en protagonismo. Vamos allá:
Fadwa al-Hadid:
Fadwa es una joven de una tribu de beduinos en el desierto sirio. Aparece en las analepsis que salpican la historia del djinn, y la autora aprovecha para darnos unas pinceladas sobre la vida en el desierto.
Es una chica joven que está a punto de llegar a la edad del matrimonio, alegre y curiosa y con un punto rebelde. Un día cuando estaba pastoreando sus cabras, ve un palacio de cristal en un valle no lejos del campamento de su pueblo, y a pesar de la orden de su padre de que olvide el espejismo y se dedique a lo suyo, no hace ni caso. El djinn, nuestro djinn, también la ve y picado por la curiosidad por la humanidad se acerca a la chica e inician una “relación” espiritual en la que la mente de la joven se ve afectada poco a poco, entrando en una especie de estupor y debilitando al djinn cuando un día la despiertan bruscamente cuando estaban en contacto.
Su padre, ya consciente de la situación, la lleva a un viejo mago del desierto que la utiliza para capturar el djinn y además la usa para demostrar el poder que tiene sobre su esclavo, ordenando al djinn que la mate, a lo que éste no puede oponerse.
Anna Blumberg:
Una joven judía, hija de un sastre, que se marchó de casa a los dieciséis años, con la intención de triunfar en el teatro judío de Nueva York. No lo consigue y acaba trabajando en la panadería de los Radzin, donde también irá a parar nuestra golem, y se convertirá en la única amiga de Chava.
Anna es una chica alegre y desenfadada que intenta vivir la vida. Trabaja, sale a bailar, se cita con hombres y se queda embarazada. Cuando su chico se niega a casarse con ella y reconocer la paternidad, se convierte en una paria social. Deja el trabajo y sobrevive cosiendo, esperando no tener que recurrir a su cuerpo para conseguir un poco de dinero extra.
Sophia Winston:
Este es un personaje atípico. Pertenece a la alta sociedad de Nueva York, y el djinn la conoce en un paseo por Central Park, cuando su tía y acompañante la había dejado sola y desprotegida. Queda fascinada por el carácter libre y desenvuelto de Ahmad, e inicia una relación secreta con él, a espaldas de su familia y antes de prometerse con un joven apropiado y aprobado por los padres.
La relación da su fruto, pero gracias a su posición, a un afortunado viaje por Europa antes del matrimonio, y a la condescendencia médica, todo queda en un desafortunado accidente que dejara a Sophia enferma y deprimida, pero del que se recuperará con la suficiente entereza para continuar su vida e incluso enfrentarse a sus padres.
Maryam Faddoul:
Dueña, junto con su esposo Sayeed Faddoul, de una cafetería es la reina del cotilleo, en el buen sentido de la palabra, casamentera, propiciadora de negocios, etc… y además dueña de la vasija donde está el djinn. Maryam es la típica matriarca, pero siempre gracias al consentimiento y aprobación de su esposo.
“He knew that it was his presence that let Maryam be so free; an unmarried woman, or one whose husband was less visible, would be forced to rein in her exuberance, or else risk the sorts of insinuations that might damage her name. But everyone could see that Sayeed was proud of his wife and was more than content to remain the unobtrusive partner, allowing her to shine”.
Boutros Arbeely:
Boutros es un hojalatero que ha emigrado a America a buscar la proverbial fortuna. Es católico maronita y vive en el corazón de la Pequeña Siria, en el bajo Manhattan. En su tienda es donde aparece nuestro djinn, cuando está reparando la vasija donde estaba prisionero. Boutros acoge al djinn bajo su protección, le da trabajo e intenta que se integre entre sus convecinos. Es un trabajador obsesivo, que intenta ahorrar lo suficiente para regresar a su pueblo con la vida solucionada y formar una familia. Todo su pensamiento está centrado en el trabajo, tanto, que al final se pregunta:
“As if drawn like a moth to his melancholy, Maryam soon angled toward him, concern on her face. Boutros, are you all right? He wanted to ask her, Maryam, have I been a bachelor too long? Did I miss my chance?”
Este es casi el único pensamiento que tiene que no se refiera a su trabajo.
Avram Meyer:
El rabino es el primer encuentro de la Golem. La reconoce como tal y en lugar de destruirla la acoge bajo su protección convirtiéndose en su guardián. Actuará como un padre para ella, pero siempre preocupado por la posibilidad de que la Golem pierda los estribos y estalle convirtiéndose en una fuerza brutal.
Intenta enseñarle como funciona la sociedad y las realidades de la vida:
“You must learn how to act according to what people say and do, not what they wish or fear”
Y también autocontrol. Cuando descubre que no puede dormir por las noches, le da un antiguo testamento para que empiece a leer, pero la Golem encuentra a los personajes demasiado simples e irreales. Hasta que da con un libro de cocina y descubre la vocación oculta (si si cocina). A partir de aquí le busca trabajo en una panadería, pero sigue preocupado de que un día pierda los estribos y monte una carnicería. Así que crea un hechizo que vinculará a la golem a un nuevo amo, pero sólo con el consentimiento expreso de ella.
Michael Levy:
Michael es hijo de una hermana del rabino Meyer y tiene organizado un asilo temporal para inmigrantes judíos. Queda prendado de Chava desde la primera vez que la ve y se declara aunque Chava lo rechaza, pero cuando su tío muere de un ataque al corazón, Chava decide casarse con él. Está asustada y sola y es lo único que se le ocurre para sentirse segura.
Es un matrimonio tranquilo, hablan poco, pero Michael se sorprende de lo mucho que Chava parece conocerlo y estar atento a sus mínimos deseos.
Yehudah Schaalman:
El mago negro. El creador del golem. Otto Rotfel acude a Schaalman con un deseo difícil de cumplir, y Schaalman se lo toma como un reto y crea un golem con figura humana, que cumple los requisitos que se le han solicitado: obediencia, curiosidad, inteligencia y un comportamiento lasci… (que no, que no, mal pensados) y un comportamiento apropiado en la cama. La esposa de un caballero.
Está es una petición que sorprende mucho a Schaalman, acostumbrado a preparar filtros de amor justo para lo contrario.
Ahmad, el Djinn:
El djinn es un ser espiritual que está atrapado en un cuerpo humano por un mago árabe. Es un elemental del fuego y se guía por sus propios deseos y caprichos, sin prestar atención al resultado de sus actos.
Así causará la muerte de Fadwua y los problemas de Sophia, sin que al principio lo afecten demasiado. Sin embargo, cuando conoce a la golem se produce un cambio, la reconoce como un ser afín a él, un igual. Esto provoca una reflexión y un replanteamiento de sus sentimientos.
Chava, la Golem:
La evolución de Chava es el meollo del libro.
Ha sido creada con un único propósito, servir a un hombre. Yehudah Schaalman, aquí representando a la sociedad, la ha formado y modelado con un único propósito, y Chava lo va a tener muy difícil para superar este handicap.
Su padre adoptivo, el rabino Meyer, continúa con su educación, la considera un peligro para la sociedad y la única forma de que no sea destruida es que tenga un señor que la proteja.
Su marido, Michael, no la comprende y a la vez está sujeto a su propia educación que lo coarta completamente. Al poco de su matrimonio tiene lugar la siguiente escena:
“And then there’d been the night a week or so later, when she’d started as though surprised, and placed a hand between their bodies, pressing at a particular spot. To Michael’s utter regret he’d frozen, chagrined, as his Orthodox upbringing rushed clamoring to the fore, insisting that this was immodest, unbecoming in a wife -and slowly she’d removed her hand, and replaced it on his back, and resumed their rhythm”.
Chava se autoreprime, aunque Michael no se lo pida, su actitud (y los pensamientos que ella lee) habla por si sola. Como mejor se expresa esta situación, es en la cama, cuando Michael duerme y Chava no puede. Ella se mantiene totalmente quieta intentando no despertarlo, agarrotada, sin moverse. Dominada por la situación.
Sin embargo, cuando conoce a Ahmad, éste le abre un nuevo mundo de libertad, con él puede ser ella misma, hablar sin tapujos, moverse. No todo es fácil, superar una educación que te ata, no está al alcance de todos. Schaalman los acorrala y habla con Chava:
“You were mastered for so brief a time, but surely you haven’t forgotten what it was like. Tell me, he said, his voice sharp. Do you remember?. Yes. And how did it make you feel? She could not lie, he knew the answer. I was happy.”
Helene Wecker usa a los personajes secundarios para mostrarnos arquetipos y las dificultades a que se enfrenta una mujer para poder vivir su propia vida en libertad. Al fin, claro, Chava se libera. Para ello ha tenido que superar una educación/creación que la limitaba a complacer a su compañero, una autoridad patriarcal que, pese a ser benevolente, tomaba las decisiones por ella e intentaba conducir y organizar su vida, atarla nuevamente a un amo, y también a un compañero que debido a su propia educación la reprimía, incluso sin ser consciente de ello), y sólo cuando ha conoce a alguien que la trata como su igual puede llegar a liberarse y vivir.
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