Como ya dije antes, sigo fascinada por los relatos que componen Cybersiones. Los he leído de un tirón y no he seguido porque todavía no está disponible la cuarta entrega, si no, seguramente también la habría leído.
El autor sigue desarrollando historias sobre lo que parece su obsesión: la manipulación de la percepción de la realidad por diversos medios. En esta ocasión asistimos a una investigación en un mundo onírico. El protagonista es un tetrapléjico, pero solo se hace mención de pasada a su condición. No es importante mientras pueda conectarse a la red, que es donde desarrolla su vida y la práctica totalidad del relato.
Pero esta fantasía virtual guarda un peligro, el Factor. Un sumidero de emociones negativas que aparece en los distintos escenarios y que provoca la muerte real a los desafortunados incautos que se ven atraídos por su oscuridad.
Estos mundos virtuales podrían considerarse una versión corregida y aumentada de los MMORPG pero con una inmersión total, de forma que realidad y ficción pueden llegar a fundirse, siempre que la cuenta corriente lo permita. Gracias a esto el relato puede situarse en un futuro muy cercano y no causar rechazo ni extrañeza, aunque no sea realmente una proyección de lo que sucede en el presente.
Me ha encantado el recurso que utiliza el autor en las primeras páginas del relato para ponernos en situación mediante un examen escolar. Al igual que en “Selected Program Notes from the Retrospective Exhibition of Theresa Rosenberg Latimer” las preguntas dan mucha más información de lo que en un principio se podría suponer. También me gusta mucho la elección del título por parte de García Albás. Esa similitud en la historia con el envejecimiento del whisky en barrica de roble le da un sabor especial a la narración.
Sin embargo, me encuentro con algunas cosas que no me gustan. El autor lleva de la mano al protagonista a lo largo de la investigación, no vemos en ningún momento un destello de genio o de inspiración que sea la chipa que prenda la resolución del caso. Tampoco me gusta el tratamiento del dolor y la pérdida, aunque este es un tema muy personal. Entiendo las distintas opciones que aparecen: la venganza, la negación… pero no me siento identificada.
La parte del ángel me ha gustado algo menos que Delirios de grandeza y El rey lansquenete, ya que me parece que el talento de Santiago se desperdicia un poco en la descripción de los distintos sueños por los que se va desarrollando la trama y se diluye en la parte final. (¡Ay, esos finales!). No quiero decir que no se pueda disfrutar la lectura, solo que el listón estaba tan alto que no se han cumplido mis expectativas. Aun así, espero impaciente Cybersiones 4.
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