Auspiciado por el éxito de El Ministerio del Tiempo, Nova ha decidido publicar una edición de lujo de La Patrulla del Tiempo, la obra de Poul Anderson que puede considerarse, salvando las distancias, el germen de la serie de televisión.
Los relatos contenidos en esta edición son prácticamente todos los que el autor escribió sobre el tema, por lo que aunque no es la recopilación “definitiva” sí que es una buena forma de reunir prácticamente toda la historia de Manse Everard, el protagonista.
Siendo justos, hay que leer esta obra desde la perspectiva del tiempo transcurrido desde su publicación. Lo que quizá hace cincuenta años fue muy novedoso, ahora es un recurso visto hasta la saciedad. Anderson también utiliza casi siempre la misma estructura en los relatos, por lo que es aconsejable no leerlos todos seguidos, so pena de caer en la repetición y el aburrimiento.
Leídos como entes individuales, se trata de historias entretenidas aunque previsibles. Los puntos en los que se basan los cambios en el continuo temporal que tienen que arreglar los patrulleros son diversos, aunque siempre basados en la cultura occidental. Desprende cierto paternalismo americano aderezado de unas gotas de machismo que se me ha atragantado, aún haciendo el esfuerzo por contextualizar que he mencionado anteriormente.
Sin embargo, el mayor problema que me he encontrado es la edición en sí. Para ser un producto de lujo, hay demasiadas erratas en la corrección. Desde llamar Cortez a Hernán Cortés a errores tipográficos más obvios como “wsta” en vez de “esta”. De hecho, la traducción de Pedro Jorge Romero me ha chirríado en ocasiones, como en la frase “¡Manzanas de caballo!”, que no estoy segura de qué quería decir. Por desgracia, es que hasta el índice está descoordinado, los relatos no aparecen en la página que se muestra.
Es por esto que no puedo recomendar La Patrulla del Tiempo, salvo como una lectura anecdótica. Me parece una oportunidad perdida de abrir el campo de la ciencia ficción a nuevos lectores.