Liquid Crystal Nightingale es una obra que parte de una premisa interesante, con bastantes buenas ideas pero que acaba resultando muy confusa, con una ejecución mejorable.
Aparte de cierta querencia en su nombre por la vocal e que ni Yennefer de Vengerberg, Eeleen Lee tiene varios relatos publicados, pero esta es su primera novela. Y como ya digo, esta bisoñez se nota en varios tramos de la lectura, cuando la acción se acelera y acaba resultando liosa, sin que quede claro ni los personajes implicados ni el resultado de cada situación.
Liquid Crystal Nightingale es una novela con toques cyberpunk, con sus modificaciones corporales habituales, pero también con el tono reivindicativo que ha caracterizado algunas novelas que se pueden englobar dentro de este subgénero. La elección por parte de la autora de ir mezclando dos líneas temporales de forma aleatoria tampoco favorece la claridad en la exposición, pero no es el principal inconveniente en la lectura. Lo peor, es que no sabemos dónde nos encontramos en cada momento.
Me gusta el tono reivindicativo de la historia, ese empeño en superar las desigualdades sociales que siguen aflorando en cualquier asentamiento humano. También el detalle de un nuevo arte marcial especialmente diseñado para su enseñanza en el centro politécnico que jugará un papel relevante en la trama y algunas otra ideas que mezclan mitología propia con otros relatos que nos resultarán algo más conocidos.
La trama detectivesca, no obstante, es bastante floja. Los detectives parece que no siguen pistas si no que se van topando con los detalles que harán avanzar su investigación. Son dos personajes que podrían haber tenido una química de contraste bastante interesante, pero su relación comienza a dar bandazos injustificados casi desde el comienzo.
A pesar de todas estas cualidades que se podrían extraer, el libro no termina de cuajar, seguramente por falta de experiencia por parte de la autora. Es por esto que no puedo recomendarlo.