Aviso: recibí un ejemplar de este libro como cortesía por parte de la autora con quien he compartido tareas como jurado del premio 42. Esto no ha influido de forma consciente en mi valoración de la obra, pero lo comento por si acaso.
Nueve días en el jardín de Kiev es un libro que ha visto la luz en una publicación generalista y quizá por eso no está recibiendo apenas atención por parte de los aficionados a lo fantástico, lo cual es una lástima porque nos encontramos ante una obra que aprovecha el tono de fábula en el que está escrito para mandar unos cuantos mensajes importantes sin necesidad de caer en la moralina esopiana que a veces desprende este tipo de obras.
Nos encontramos con una novela dividida en nueve capítulos que referencia cada uno un día, como se desprende del título. Cada capítulo, a su vez, está dividido en dos partes que comparten el mismo protagonista pero difieren en su interlocutor, algo que irá cobrando mayor importancia conforme vayan avanzando las páginas. Es una estructura sencilla pero muy apropiada para la narración de la historia, basada principalmente en el diálogo, pero con relatos adyacentes incrustados en el propio desarrollo de la historia que irán dando trasfondo a la novela y que serán del agrado de cualquier lector que desee explorar este mundo.
Nueve días en el jardín de Kiev es una novela ecologista, un canto de amor a la naturaleza y a su conservación, pero no por ello deja de estar envuelta en una fantasía leve pero perfectamente distinguible. Pasear por sus páginas se asemeja a pasear por el jardín que acoge a sus protagonistas, con unas descripciones muy bellas con las que la autora acaricia los sentimientos del lector. Es un shinrin yoku sin salir de casa, una cura de estrés sin tener que recurrir a la meditación o a medios farmacológicos y, en definitiva, una lectura acogedora que aumenta nuestro bienestar.
Otro de los puntos fuertes del libro es que se trata de una obra adecuada para todos los públicos, ya que las diversas capas de lectura que se pueden desprender de la obra dependen de los conocimientos y la propia implicación del lector. El más avezado quizá vea venir algunos de los giros de la parte final, pero también se puede considerar perfecta para un público más juvenil que disfrute con las andanzas del joven protagonista.
En resumen, recomiendo mucho la lectura de Nueve días en el jardín de Kiev, una obra que se lee en un santiamén y que te deja reflexionando.