A estas alturas de la película no creo que sorprenda a nadie afirmando que Adrian Tchaikovsky es un autor extremadamente prolífico y que es difícil seguir su ritmo de publicación, así que si encima pretendemos ponernos al día también con las obras que por alguna razón se han ido quedando atrás, la lectura se convierte en una tarea titánica.
Afortunadamente, también se prodiga escribiendo obras más cortas, como esta Ogres, que ayudan a compensar un poco el atracón de páginas.
Ogres es una novela corta que utiliza la segunda persona para que nos metamos directamente en la piel del protagonista, lo cual tiene un efecto inmediato de inmersión en la historia muy acertado. Además, debido a la longitud de la obra, no pierde su magia a lo largo de todo el volumen. Muy acertada esta elección por parte del autor, que demuestra mucho oficio.
También se puede considerar que la novela corta mezcla géneros, empezando en un entorno fantástico-feudal, con referencia incluso a la leyenda de Robin Hood, pero que luego evoluciona hacia otro tipo de historia, con ciertos toques de miedo, o al menos de truculencia, que se añaden a la mezcla.
Estamos ante una versión muy simplificada de la eterna lucha de clases, esta vez propiciada por una diferencia aún más marcada entre pobres y ricos que la simple economía, pero aunque es ciertamente exagerada no deja de ser una referencia al sistema actual. ¿No es cierto acaso que los hijos de los más pudientes, por el simple hecho de serlo, tienen de partida muchas más oportunidades que los que no lo son? Pues Tchaikovsky parte de esa idea y la lleva hasta el extremo.
Tampoco falta un poco de crítica al belicismo en el libro, con una representación bastante acertada de las batallas en las que los generales enviaban a los soldados a morir casi como en una partida de ajedrez para su regocijo.
Ogres es un libro bastante accesible y recomendable, no es de las mejores obras del autor pero no porque sea mala, si no porque Tchaikovsky alguna vez raya la perfección.
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