Creo que es todo un acierto abrir nuestros horizontes lectores a obras de culturas distinta a la nuestra, porque es un proceso enriquecedor y sorprendente. Por eso, cuando vi que se publicaría One Hundred Shadows de Hwang Jungeun con traducción de Jung Yewon, pensé que sería una buena oportunidad para leer algo de origen surcoreano. Es una lástima que el resultado no me haya convencido, quizá por que esperaba algo más fantástico cuando se empiezan a hacer referencias sobre sombras que se levantan y me acabé encontrando una obra de denuncia social, un tema candente y necesario, pero no lo que esperaba.
One Hundred Shadows es una novela corta slice of life, que nos va narrando en cada capítulo diferentes momentos de la vida de Eungyo y Mujae, mientras la comunidad en la que viven se ve desmembrada por los intereses capitalistas globales. Se trata de una lectura fragmentada y la pátina de fantasía que podría haber dado cohesión a la historia se queda sólo en eso, en un pequeño barniz sobrenatural que en ningún momento llega ni a explicarse, aunque esto no fuera imprescindible, ni a afectar de manera significativa las vidas de los personajes y eso sí creo que sería importante.
Buscando información sobre la obra, veo que la fuente de inspiración para Hwang Jungeun fueron unos incidentes acontecidos en 2009 en Yongsan, relacionados con la demolición de unos edificios, con cargas policiales y numerosas víctimas. Esto se ve reflejado en la novela, pero creo que es un suceso bastante local como para captar la referencias, aunque sí que es un síntoma global de la gentrificación de los barrios, algo que sucede en todas partes.
La prosa es muy atractiva, pero como el contenido se diluye tanto o yo no he sido capaz de seguir la intención del autor, la verdad es que la lectura me dejó muy fría. La atmósfera de soledad y de inevitabilidad que pende sobre todo el libro está muy conseguida, pero mucho me temo que yo no lo he leído en un momento vital en el que me hubiera podido llenar más.