Cory Doctorow está teniendo bastante éxito con su serie sobre Martin Hench. Las dos entregas anteriores fueron una lectura muy entretenida, así que no es nada raro que cuando Picks and Shovels cayó en mis manos la leyera enseguida.
En esta ocasión la obra nos cuenta una parte de la juventud de Martin. Doctorow refleja muy bien lo que es enamorarse de un hobby, en este caso los ordenadores, de forma que te ciega ante todo lo demás, dejando atrás estudios, compañeros… pero encontrando otras cosas. Martin va a Boston a estudiar ingeniería en el MIT, pero esta obsesión con los nuevos computadores, con el hexadecimal, las hojas de cálculo y con el hardware le hará tener que cambiar de especialidad. El caso es que no le va nada mal, a pesar de los problemas con su familia por sus resultados escolares. Su particular perfil, con conocimientos informáticos en un mundo muy desconocedor del tema y su especialización en contabilidad le dota de una inusual capacidad que le servirá para ganarse la vida muy bien en el futuro, como vimos en los otras novelas. Pero en esta que nos atañe Martin es un proyecto de adulto, un muchacho sin moldear, así que se puede considerar que esta historia es su rito de paso.
Martin acaba en California tras una convulsa etapa en Boston y tendrá una entrevista de trabajo que parece el comienzo de un chiste, cuando le quieren contratar para una empresa liderada por un rabino ortodoxo, un sacerdote católico y un mormón. Tienen una empresa de informática basada, aparentemente, en las ventas a sus comunidades de fieles, pero se enfrentan a un problema con una escisión de la empresa liderada por tres mujeres de cada religión. Como digo el comienzo parece de chiste, pero el desarrollo no lo es.
El autor canadiense explora muchas de sus obsesiones en el libro, desde su odio profundo al hardware y software propietario, a su defensa de las drogas recreativas o la historia de San Francisco. A pesar de ser un libro muy entretenido, tiene algunos altibajos en el desarrollo, algunos momentos de status quo que bajan el ritmo de la lectura. No obstante, sus 400 páginas se leen en un suspiro.
Cuando hablé de Polostan, hice hincapié en lo que Cory Doctorow consideraba ciencia ficción y según su definición Picks and Shovels entra dentro del género. Para mí, es más un thriller con un elevado componente tecnológico para la época en la que se desarrolla. Pero aunque diferimos en cómo encasillarlo, sin duda recomiendo la lectura, porque es ágil e instructiva.