Algunas veces me parece que hay escritores que tienen un plantilla y que de ahí van sacando todas sus novelas. Como dice mi amigo Josep María Oriol de una manera acertada, aunque un poco cruel, Peter F. Hamilton escribe sobre “megalómanos multimillonarios que salvan a la humanidad de una especie extraterrestre”. Y no le falta razón, pero también es importante cómo se cuente la historia.
En Saevus Corax Deals with the Dead Parker repite la fórmula que ya le funcionó con How to Rule an Empire and Get Away with It y la sigue punto por punto. Cuenta las cosas en primera persona, haciendo un uso exquisito del narrador no confiable, añade más detalles sobre su Parkerverso que generan una ganas terribles de que saquen un atlas sobre el mundo y su historia, el protagonista entre otras cosas es escritor de obras de teatro… Y, por supuesto, no lo hace mal. Pero es que yo ya le he leído esta historia varias veces y al final el interés se pierde y las ganas de seguir leyendo menguan, porque ya imaginas por dónde van a ir los tiros (a poco que tengas algo de memoria, porque ya has leído el libro gemelo de este).
El afilado escalpelo que el autor utiliza para diseccionar los sistemas económicos y religiosos de su Parkerverso, que no son más que trasuntos de los nuestros, desvela todas las miserias que los oropeles pretenden ocultar. Ese elemento admonitorio que es una constante en su obra por supuesto que está presente aquí también, aunque creo que es de una forma más patente todavía. El equilibrio de fuerzas del que hace uso el protagonista para mantener el status quo mientras espera encontrar una salida a la peliaguda situación en la que se encuentra es un ejercicio de malabarismo espectacular. Pero tiene que recurrir a la repetición de varias situaciones que engordan la novela de forma innecesaria y algo cansina.
Lo curioso es que se trata del primer libro de una trilogía, así que siempre queda el interés por saber cómo continuará la historia.
KJ Parker también aprovecha para darnos una lección magistral sobre la logística posterior a las batallas, de una forma tan eficiente y meticulosa que nos hace olvidar que están despojando a los cadáveres de sus posesiones para revenderlas al mejor postor tras haber pagado a los contendientes por los derechos de esos mismos soldados muertos. El principio del libro da cuenta de qué se hace con cada armadura, túnica, bota, joya y despojos corporal que queda en el campo de batalla. Y para no dar puntada sin hilo, también habla de las inevitables corruptelas que ocurren durante los aprovisionamientos de los ejércitos. Todo expuesto de una manera tan fría y calculada que ni siquiera pestañeas.
En resumen, si ya has leído otras obras del autor, pues esta es más de lo mismo. Puede que la disfrutes porque tiene elementos muy atractivos, pero a mí me ha resultado repetitiva no en sí misma, si no por el bagaje lector de este escritor que ya llevo a mis espaldas.