Hace poco me preguntaron por este libro y como no lo había leído, pensé que en su momento me había llamado la atención pero se había quedado a un lado por razones que no recuerdo. Como estaba disponible en la plataforma de audiolibros a la que estoy suscrita, me coloqué los auriculares y me dispuse a dedicarle unas horas de mi tiempo. Una decisión fortuita, pero que acabó siendo sabia.
El mundo que construye Matt Wallace para esta saga es bastante innovador, o al menos a mí me lo parece, porque crea una distopía en un entorno fantástico que nos recuerda a nuestro pasado en vez de situarlo en un futuro indeterminado. Un término que está irremediablemente ligado a la ciencia ficción, pero con un cambio de contexto que permite al autor jugar con viejas ideas en un escenario distinto. No me venía otro ejemplo de distopía fantástica así que pregunté a mis contactos y Elías Combarro me indicó Las Edades de la Luz de Ian R. MacLeod, pero tampoco supimos sacar más.
El punto de partida del libro es la existencia de Crache, una nación gobernada por comités y gremios de funcionamiento supuestamente impecable en el que todos aportan y todos reciben. Siempre hay guerras que se luchan en las fronteras pero no parecen afectar a la idílica vida de los ciudadanos. Obviamente, esto es solo la punta del iceberg. Hay muchos estratos sociales y la pobreza extrema existe en los arrabales de la ciudad, oculta de las buenas gentes. Pero esto no es lo peor, mucho de los miembros menos apreciados de la sociedad han comenzado a desaparecer.
Partiendo de esta base, Wallace nos llevará en un relato con muy buen ritmo y diversos puntos de vista desde la ignorancia de los verdaderos entresijos del poder a las revelaciones más duras. Me gusta mucho la forma en que Wallace trata el anonimato de los poderosos, cómo se ocultan tras comités y subcomités de forma que no hay un liderato claro, y por lo tanto no hay un objetivo al que atacar para provocar la revolución. Además, no se corta en tratar temas como la eugenesia y la supervivencia del más apto, haciendo hincapié en el poco valor de la vida humana si no cumple unas determinadas características. El hecho de que los desechos de la sociedad sean usado como carne de cañón no es ninguna novedad aunque el método utilizado para obligarles a luchar sea de lo poco mágico que aparece en la obra.
También se puede interpretar Savage Legion en clave ecológica, si pensamos cómo para mantener la calidad de vida de unos pocos es necesaria una guerra de conquista para esquilmar los recursos de los pueblos colindantes. Una comparación nada sutil con el capitalismo que requiere del crecimiento infinito para seguir funcionando.
No he hablado de los personajes que me parece que están excelentemente construidos. Aunque en uno de ellos Wallace comete el “error” de utilizar en demasía su desconocimiento del mundo para ponernos a nosotros al día, por lo general son muy creíbles y hacen que desarrollemos nuestra empatía hacia ellos.
El audiolibro está narrado por Lameece Issaq que hace un muy destacable labor, consiguiendo dotar de una voz y personalidad propias a cada personaje, llamándome especialmente la atención cómo consigue que distingamos a un personaje que habla a través de una traqueotomía muy sui géneris.
El autor adereza esta novela con unos pequeños toques de intriga y mucha lucha intestina política para dar lugar a una obra bastante recomendable. No la dejéis pasar.
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