Creo firmemente que es necesaria la renovación del género fantástico para dar cabida a nuevas historias desde perspectivas que antes no tenían apenas representación. Es normal por tanto que me llamara la atención Son of the Storm, de Suyi Davies Okungbowa, a quien ya conocía por una obra anterior. Sin embargo, no me he encontrado una novela rompedora si no algo más convencional, con ciertos detalles exóticos pero que no termina de cuajar como obra completa.
El relato se desarrolla en un mundo alternativo, basado en el continente africano pero con sus características propias. El mundo que expone el autor le sirve como herramienta para exponer sus ideas sobre colonialismo, racismo e incluso ecologismo. El centro de la “civilización” es Bassa una ciudad con un estricto sistema de castas y una gran riqueza que en cierto modo explota los recursos naturales de la periferia. El sistema de castas está cimentado en el color de la piel de las personas, siendo más “puras” aquellas que la tienen más oscura, mientras que el último escalón serían los casi míticos yellow skins (albinos) de los que hace mucho que no se tiene noticia.
Los personajes sobre los que recae el peso de la historia no consiguen despertar el interés del lector, no solo porque son egocéntricos y parecen niños malcriados, si no porque sus acciones realmente parecen escogidas al azar, no acorde a lo que conocemos de ellos. El sistema mágico permanece oculto durante gran parte de la novela y solo se va descubriendo a golpe de casualidad. Esta ocultación viene apoyada en gran parte por los aires de superioridad de los criados en Bassa, eso sí que está muy bien representado así como el desprecio por lo extranjero. Pero es que cuando llega la hora de conocer cómo funciona o la intrahistoria de los personajes y su cultura, nos encontramos con unos infodumps que cada capítulo parece el vertedero del pueblo, donde cada uno viene a soltar lo suyo e irse.
Por otra parte, la historia del viaje que han de emprender dos de los tres protagonistas principales, perseguidos por el otro, es tópica y en algunos momentos aburrida. También me gustaría resaltar que la lealtad de muchos de los habitantes de Bassa o de otras zonas es flexible como un junco y se dejan llevar por el viento que más fuerte sopla, dando lugar a situaciones que son casi cómicas por lo ridículas que resultan.
Por más que la portada sea maravillosa, no puedo recomendar este libro.
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