Me gusta leer de vez en cuando tebeos de los que no tengo referencia. A veces te encuentras con cosas curiosas como este Sovereign de Chris Roberson y Paul Maybury.
La historia, de tintes épicos, está narrada desde tres puntos de vista separados que acabarán encontrándose, como era de suponer.
En un país llamado Khend en el que los muertos vuelven a la vida poseídos por espíritus maléficos, la única opción para evitar este levantamiento es llevar a cabo los ritos funerarios adecuados, aunque pertenecer a la orden religiosa que los lleva a cabo te convierta en un apestado. La comodidad y el olvido ha hecho que se pierdan estas costumbres en las zonas más pobladas, provocando la creación de un caldo de cultivo excelente para una futura invasión. Khend, como confirma el propio Roberson, está basado en la India del siglo XVII, así que el sistema de castas está firmemente implantado en la sociedad.
Este volumen es solo la primera entrega de la serie y se nota en la lentitud con que se desarrolla la acción, ya que es necesario situarnos en el escenario e ir presentando a los personajes. Realmente nos quedamos con ganas de saber más cada vez que se cambia el punto de vista, con un uso adecuado de los cliffhangers por parte del guionista.
En el apartado gráfico, el dibujo y los colores son engañosamente simples. Parece un efecto buscado por el artista, que dota de cierto aire oriental a todos los personajes y los decorados, con figuras en algunas ocasiones hieráticas. No ha sido especialmente de mi agrado, aunque esto es algo personal.
Si puedo, leeré la segunda parte, pero este Sovereign no me ha dejado huella como para esperar ansiosamente la siguiente entrega.