Aunque conozco la faceta de Hannu Rajaniemi como escritor de fantasía y algo de terror por su colección Hannu Rajaniemi: Collected Fiction realmente lo que más me gusta de su obra es su vertiente de ciencia ficción. Hace ya un tiempo lo entrevisté y ya hablaba de Summerland, así que el proyecto lleva mucho tiempo preparándose.
Summerland se desarrolla temporalmente durante la Guerra Civil Española y es una crónica de la guerra secreta que enfrentaba a las grandes potencias europeas y a sus servicios de espionaje. Pero es muy distinta de la realidad que conocemos porque se ha descubierto el Más Allá y nos podemos comunicar con ellos. La muerte ya no significa el fin, la comunicación con los espíritus está al orden del día y estas almas también pueden tomar posesión de mediums autorizados para campar a sus anchas por la Tierra. Esta “Tierra del verano” puede parecer el paraíso, pero es escenario de luchas de poder exactamente igual que nuestra querido hogar.
Que los descubridores de la tecnología que permite comunicarse con los espíritus fueran Marconi y sus coétaneos pretende dar una pátina de credibilidad a la historia, pero las explicaciones resultan demasiado etéreas para mi gusto. Nos hallamos ante una novela de fantasía con un pequeña pátina de ciencia y como tal debemos aceptarla.
Un punto a favor en mi lectura de la novela fue la presencia de figuras reconocibles dentro del espionaje británico de la época. Vemos a Guy Burgess, a Kim Philby y a alguno más, así que Rajaniemi ha hecho los deberes (no vemos a Anthony Blunt, pero tampoco nos vamos a poner exquisitos) pero desperdicia a estos personajes en apenas una escena cuando podrían haber dado muchísimo más juego.
Summerland es una crítica acerada a la sociedad de privilegio, al hecho de que por pertenecer a un club desde tu nacimiento ya tengas más oportunidades que los demás, a una oligarquía desfasada y decadente, que acabó devorada por sí misma. También se critica sin pudor las diferencias sociales entre hombres y mujeres, achacando a la “debilidad femenina” las inexistentes oportunidades de ascenso de personas más valiosas que otras. Sobre todo, me gusta la crítica al férreo control que aún después de muertos siguen ejerciendo los poderosos, evitando la regeneración y el cambio.
Algunas de las ideas que plantea el autor finlandés tienen su contraposición en el mundo real. La forma “segura” de viajar al Más Allá es mediante la obtención de un ticket, que permite al alma “fijarse” en el nuevo mundo y no desaparecer. Por supuesto, este ticket solo lo consiguen las clases adineradas o los soldados del ejército, en una metáfora poco sutil pero muy efectiva de las desigualdades sociales presentes en cualquier civilización. También hay otra idea que es muy similar a lo que propone Leena Likitalo en The Five Daughters of the Moon (no sé si el origen finlandés de ambos tendrá algo que ver) una entidad superior, un Dios creado por el hombre que atrae y repele por igual a según qué personajes. La conversación sobre si esta mente es el mal o el bien absoluto es de lo más interesante del libro.
Por desgracia, la historia en sí no me ha convencido. Se utilizan recursos de espionaje como buzones de entrega, códigos secretos y aparecen agentes dobles, pero relmente la trama en este sentido es bastante floja. Lo que parece ser la amenaza más compleja a la que se pueden enfrentar solo queda esbozada y la posibilidad que tienen los espíritus de “leer la mente” (aunque en realidad solo sean los sentimientos más fuertes en ese momento) está francamente infravalorada. Me hubiera gustado que el autor hubiera conseguido que esta parte central del libro fuera más interesante, pero no ha sido así.
Dudo si recomendar o no la lectura de Summerland a según qué público. Las sesiones espiritistas tecnificadas no son lo mío, pero es posible que a otro lector si le atraigan.
Aquí os traigo el ticket por si sentís curiosidad.
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