Llego tarde a la lectura de Children of Time, la novela de Adrian Tchaikovsky premiada con el Arthur C. Clarke. Esto no es algo raro, es imposible leer todas las novedades interesantes que se publican en la actualidad. Pero intento subsanar mis errores cuando las recomendaciones de los gurús son tan unánimes.
El libro está dividido en dos tramas, con protagonistas muy diferentes pero destinados a encontrarse. Por un lado tenemos a los humanos que pretenden terraformar un planeta para habitarlo y que hacen uso de un nanovirus para que los “monos” que ellos mismos llevan al planeta evolucionen y realicen este proceso de adecuación del planeta al ser humano. Una crisis interna hace que este proyecto no salga demasiado bien, y la especie que evoluciona en el planeta son las arañas.
Cada capítulo está dedicado a una de las dos razas que querrán vivir allí. Mientras que en la parte de los humanos la historia se desarrolla como en una nave generacional, con sus pros y sus contras, la parte de las arañas es un relato de evolución apasionante.
Con Spiderlight Adrian ya se desveló como un aracnólogo aficionado, pero en esta ocasión se descubre una verdadera pasión por estos animales. A lo largo de un periodo de tiempo muy vasto explica las modificaciones que van sufriendo las arañas en su evolución, tanto a nivel biológico (cambian su forma de respirar para permitir que su tamaño sea más grande) como a nivel sociológico (dejan un tanto de lado sus instintos depredadores para buscar la colaboración de sus congéneres). Es fascinante como aplica las particularidades de esta sociedad para mostrar un desarrollo necesariamente distinto al humano, pero no por ello menos exitoso. La forma de desarrollar la computación, por ejemplo, es sorprendentemente razonable y creíble.
El autor utiliza también otros recursos muy adecuados para esta parte del libro. El periodo vital de cada araña es inevitablemente corto, pero para que consigamos cierta identificación y continuidad con los personajes utiliza los mismos nombres para distintos individuos con características similares, aunque no sean coetáneos.
Las arañas, que son una sociedad eminentemente matriarcal, le sirven a Tchaikovsky para hacer reivindicaciones sobre igualdad de género, al poner a los débiles machos en una posición de indefensión y sometimiento a los deseos de las hembras. Incluso se permite algún que otro atisbo de humor, como cuando habla de ver “quien tiene las patas más largas” en los momentos competitivos.
Por desgracia, la mitad “humana” de la novela me parece más floja. La mayoría de las escenas las vemos a través de los ojos de un personaje lacónico, al que parece que le falta sangre en las venas y que influye poco en el desarrollo de los acontencimientos. Es más bien un espectador que un actor, aunque realice ciertas acciones necesarias para el avance de la narración.
Debe haber sido difícil cuadrar los tiempos de evolución de cada una de las tramas para conseguir aunarlas en el momento adecuado y creo que Adrian lo consigue de una manera elegante, aunque no perfecta. En ocasiones parece que alguno de los dos hilos está esperando a que suceda algo en el otro. Esto, que puede ser una percepción personal, parece más acusado en la parte humana que en la arácnida.
Children of Time es un libro estupendo, con unas partes brillantes y otras que no desmerecen el conjunto. Será publicado en España por Bibliópolis durante este año. Si sabéis quién lo traduce, actualizaré la información correspondiente.