Siento especial debilidad por los libros que hacen uso de los viajes en el tiempo para contar su historia, pero que me gusten tanto estas novelas implica también que he leído bastante ejemplos de ellas y que me vuelva un poco exigente a la hora de disfrutarlas. Y, por desgracia, en Stealing Infinity el viaje en el tiempo es un elemento accesorio, inexplicado y decepcionante.
No es ni la primera ni la última novela que utiliza como entorno una exclusiva escuela que aísla a sus alumnos de la sociedad buscando explotar todo su potencial, aunque en este caso no se trata de magia como en la reciente The Atlas Six, libro con el que tiene algunas semejanzas. Los alumnos de la escuela en Stealing Infinity son más jóvenes, y durante el proceso de reclutamiento tampoco tienen muy claro que se espera de ellos.
El ritmo de la novela es bastante rápido, eso es algo que hay que concederle a Alyson Noël, que consigue presentarnos más de 100 capítulos en esta primera parte de una serie. Por desgracia, ese es uno de los escasos puntos favorables de la publicación.
La explicación de cómo se llevan a cabo los viajes en el tiempo es sencillamente inexistente, pero el por qué se realizan quizá sea que se lo esté guardando para los siguientes volúmenes, porque tras más de cuatrocientas páginas que sea por el capricho de tener objetos valiosos de un multimillonario se queda bastante coja. Deja entrever que hay otras razones, pero como deja entrever tantas otras cosas en una primera entrega que apenas tiene cohesión como obra independiente, dejando una gran cantidad de tramas abiertas con un final que te deja una sensación de incompletitud, como si la autora hubiera cortado en esa página porque la máquina de escribir se le quedó sin tinta, no porque fuera el final que había planeado.
Los personajes son bastante planos, entiendo que estamos ante una novela juvenil pero es que parecen arquetipos de instituto americano, la animadora con mal fondo, el amigo comprensivo secretamente enamorado de la protagonista… Como digo, todo demasiado previsible.
La recreación de las escenas históricas en las que interviene la protagonista es más plana que Castellón, y que cada vez que la protagonista se encuentre en una encrucijada le vengan recuerdos de su padre desaparecido que casualmente le explicaba lo que le hacía falta, es un insulto a la inteligencia del lector.
La interpretación en el audiolibro por parte de Suzy Jackson, Pete Bradbury y Julian Elfer es muy correcta, pero es que el material de partida ya era deficiente. No puedo recomendar esta lectura.