Los lanzamientos de la nueva editorial Red Key están siendo muy ilusionantes, así que cuando me brindaron la oportunidad de leer La historia triste de un hombre justo, no lo dudé.
Es cierto que recuerda un poco la ucronía de Eduardo Vaquerizo, pero mientras que esas novelas se pueden considerar ciencia ficción esto es fantasía en mundo secundario, aunque el siglo de oro español es claramente la inspiración de ambas. De hecho, quizá lo más llamativo sea ese sistema mágico que se basa en la música, muy bien pensado e hilado con la situación política de Ísbar, la tierra donde transcurren los acontecimientos.
El autor ha llenado de referencias a España las páginas del libro, levemente ocultas para todo aquel que sepa leer entre líneas. Es una auténtica gozada ir captando las referencias y aunque supongo que habrá más que se me habrán pasado por alto, la crítica es bastante acertada. Me gusta también ese ligero aire steampunk en la novela, aunque no se explique mucho el desarrollo de esa industria cuando la magia estaba tan a mano.
Es cierto que la longitud de la obra y el uso de un castellano antiguo plagado de expresiones particulares pueden resultar un impedimento a la hora del disfrute de la lectura, pero para eso también se ha incluido un glosario para consulta que puede servir de gran ayuda.
Otro tema que me ha dejado un poco perpleja es la forma de nombrar a los personajes, quizá buscando un sentimiento de extrañeza por parte del lector, porque algunos de ellos suenan como transcripciones de palabras en español mientras que otros parecen generados por una sopa de letras. Entiendo que el autor habrá desarrollado esta parte con tanto cuidado como los otros aspectos de la construcción del mundo en el que se desarrolla la novela, pero no deja de llamar la atención.
El protagonista indiscutible de la obra es Dragos Corneli, que tras el exilio provocado por sus actos hace más de una década vuelve a la ciudad que le vio nacer por llamamiento del propio emperador. Al llegar, se encontrará con una conspiración en la que se ve envuelto que poco a poco irá atenazándolo a pesar de sus dotes como bardo y su inteligencia. La primera persona escogida para llevar la narración (tan solo hay un capítulo desde otro punto de vista), hace que gran parte de la novela se fundamente en el carisma del personaje y por suerte Ángel González Olmedo sale totalmente airoso del envite.
Como ya no acostumbro a leer en formato físico, creo que también merece la pena comentar la edición de la novela. Es un libro bastante voluminoso, pero es cómodo de leer, con un tipo de letra que facilita la lectura y un gran cuidado en la edición propiamente dicha.
Así que no me queda más que dar la bienvenida tanto a este autor novel como a la editorial que lo ha publicado, de la que esperamos muchas cosas.