Ya iba siendo hora de terminar The Chronicles of Ludwich de Jeff Noon y Steve Beard, tras el buen sabor de boca que me dejó Gogmagog. Y he de decir que los autores han seguido sorprendiéndome con su fantasía weird, cambiando el viaje fluvial de la primera entrega por otro viaje, urbano en este caso, pero también de gran imaginación y giros inesperados. El libro es una continuación directa del anterior, retomando la acción justo donde se dejó.
Cady Meade sigue siendo la protagonista absoluta del libro, empecinada en su misión de llevar a Brin a buen puerto pero extremadamente preocupada por el posible regreso de Gogmagog. Y también en plena efervescencia reproductiva, algo más que curioso cuando se habla de un personaje que tiene incontables años a sus espaldas. Esto hace que la tensión del libro vaya en aumento, conforme va pasando el tiempo y no se alcanzan las metas. Una muy buena jugada por parte de los autores para mantener el interés en la lectura.
Hay una sorpresa que se va preparando a lo largo de este libro, con constantes referencias a una misteriosa ciudad llamada Londres, que si bien se ve venir con estas pistas que van dejando Noon y Beard en realidad resulta muy chocante porque es un contraste muy grande respecto a lo que venía siendo el hilo narrativo de toda la serie. No digo que sea impostado, solo que parece un añadido que rompe un poco la homogeneidad de la historia. Si estás leyendo una historia sobre un viaje en barco con todo lujo de detalles, resulta un poco disonante que de repente te encuentres en una fantasía de portales a otros mundos.
Algo que me gustaría destacar del libro son los diálogos, tanto internos como externos, de Cady. Utiliza un verbo florido, en ocasiones desternillante, que hace que sea muy divertido asistir a esta especia de esgrima verbal en la que es tan ducha. Esto compensa la confusión que a veces causa la lectura del libro, que decide gestionar la información con cuentagotas, exigiendo al lector un cierto esfuerzo para hacerse una composición de lugar sobre lo que está ocurriendo.
En definitiva, tanto Gogmagog como Ludluda me parecen obras que merecen la pena, no exentas de fallos y algo desafiantes, aunque no mucho, para el lector.