Si aprovechais las oportunidades que aparecen en el blog de vez en cuando, tendréis en vuestro poder Legion : Skin deep del prolífico Brandon Sanderson.
Mi experiencia con los audiolibros no es muy extensa, pero después de escuchar éste creo que repetiré. En el aspecto técnico la calidad de la grabación es muy buena y el narrador demuestra una gran versatilidad dando voz a las múltiples alucinaciones del protagonista, nuestro viejo conocido Stephen Leeds. También es cierto que al oir la historia sobresalen ciertas “muletillas” que utiliza el autor, que quizá pasen desapercibidas al leer.
La historia es entretenida y se hace corta, además de darnos un atisbo de la capacidad de Sanderson como narrador en un campo ajeno a la fantasía, su terreno más habitual. Aunque es cierto que al ser una segunda entrega se pierde algo de la frescura del original.
Las alucinaciones de Stephen le permiten realizar un trabajo como consultor, una especie de Sherlock Holmes moderno. Sin embargo, el hecho de ser bastante conocido expone sus debilidades a los que pueden ser sus enemigos, que no dudan en sacar provecho de ellas. Esto da lugar a situaciones problemáticas que Leeds resuelve de forma más o menos airosa, aunque en ocasiones pueda parecer forzada.
En esta ocasión la trama gira alrededor de la búsqueda de un cádavez que podría tener información muy valiosa almacenada en sus propias células. La intriga científica no es muy compleja y tampoco es creíble en exceso, pero eso no importa una vez que nos hemos introducido en la historia, ya que Sanderson, administrando los cliffhangers al final de cada capítulo, consigue que siga la tensión.
Es curiosa también la disertación contra el ateísmo que realiza el autor en un momento de la narración. No sé si es un intento del mormón por adoctrinarnos o algo que le sale naturalmente.
El audiolibro no llega a las cinco horas y os aseguro que se pasan volando. En la siguiente entrega, no obstante, me gustaría que la historia estuviera más desarrollada y que se ahondara en la relación del protagonista con sus alucinaciones.