Si es que no aprendo, veo una cubierta hiperrealista y me siento atraída por el libro, aunque en ocasiones como con The Fireborne Blade la cubierta sea lo mejor de la novela, lo cual es un poquito triste para los que nos gusta leer.
Charlotte Bond pretendía, o al menos así pienso yo, condensar en menos de 200 páginas todo lo entretenido de una novela de dragones con algo de magia, pero me temo que ha querido resumir tanto que al final se ha quedado casi sin material. La construcción del mundo en la novela es prácticamente inexistente, solo hace bastante referencia a los ¡14! reinos, pero vamos por no entretenerse ni siquiera sabemos el nombre ni sus relaciones, solo sabemos que son ¡14!, porque eso sí que lo recalca bien.
Una novela corta que no puede o no quiere extenderse mucho en el entorno debería dedicarse más a los personajes o los diálogos, o en algo que llame la atención del lector, como por ejemplo The Builders. En fin, algo que haga destacar tu historia dentro del maremágnum de fantasía que hay disponible en la actualidad. Pues tampoco, a pesar de que a priori elegir una protagonista femenina empeñada en cazar un dragón para limpiar su honor se sale algo de lo normal, pero para protagonista femenina fuerte prefiero cien mil veces a Briar de The Last Shield por mencionar un libro que he leído recientemente. Si me pongo a pensar me saldrían bastantes más y seguro que más memorables que Maddileh, que no sale muy bien parada de su periplo en busca del dragón. Los personajes que aparecen en toda la historias son pocos y la verdad, muy prescindibles. Vale que al final intentan dar un giro de “¡oh, sorpresa!” pero ya os digo yo que tampoco es que te caigas de culo con la revelación.
The Fireborne Blade es un producto de consumo rápido y como tal, no dejará ninguna huella en la memoria del lector.