Mucho me temo que la serie The Sun Eater está mostrando signos de agotamiento o quizá sea simplemente que yo tras leer seis novelas de considerable extensión necesito que llegue ya el final. El caso es que el sentido de la maravilla y la grandiosidad de la obra sigue estando presente, pero no es menos cierto que el mesianismo del protagonista empieza a cansar. El autor ha intentado compensarlo introduciendo nuevos personajes, pero o no están los suficientemente desarrollados o estar a la sombra del personaje principal indiscutible de la serie les resta profundidad. Espero que esto lo resuelva en la siguiente y creo que última entrega.
Habíamos dejado a Hadrian Marlowe exiliado en Jadd y en el transcurso de estos doscientos años ha habido cambios sustanciales en su vida, especialmente la aparición de un nuevo personaje que cambiará por completo su brújula moral. Pero no hay descanso para los malditos y Hadrian volverá a verse envuelto en las intrigas universales de la guerra de los humanos con los Cielcin, alienígenas que al menos en este volumen desempeñan una función secundaria. Y es que hay poderes muy superiores en el juego de sombras que Christopher Ruocchio nos muestra de manera excelente, aunque no faltará una nueva muestra de la falta de “humanidad” de los Cielcin cuando clasifican a los humanos capturados como carne, esclavos o juego de una forma tan desapasionada como temible.
Mi principal queja sobre este libro no es que me parezca que está algo inflado, que puede ser una sensación muy personal al leer, si no que utiliza quizá demasiado el giro de guion epatante que desmonta todo lo que sabíamos hasta ahora. Puede resultar raro que me queje de que me sorprenda, pero lo que no me ha gustado es que busque la sorpresa por la sorpresa, no para seguir construyendo un universo que por otra parte continúa siendo tan vasto como intrigante. Esta serie es ciencia ficción épica con mayúsculas y no me arrepiento para nada de estar leyéndola, pero no resulta cómodo que te cambien las normas del juego a mitad de la partida.
Además, se nota mucha diferencia debido a la ausencia de un contrapeso de valor contra Hadrian, que se está volviendo bastante más insoportable de lo que era. La reaparición de un personaje que creíamos muerto salva un poco la terrible pérdida del libro anterior, pero no es suficiente. Me parece apasionante el enfrentamiento intelectual y físico contra Kharn Sagara pero no es menos cierto que todo esto palidece frente al Deus ex Machina que salva a Hadrian en este libro (por segunda vez en la serie) y que parece una forma muy tramposa de que Ruocchio nos de un poco de moralina con tintes cristianos. Tengo sentimientos encontrados con la novela que me resultan difíciles de explicar en una reseña que no quiere caer en el spoiler. Pero no negaré que leeré el siguiente libro de la saga en cuanto pueda.